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Ricardo Sevilla
“Señor, Lorenzo Córdova, hay quienes no nos olvidamos que usted es un racista, y que no es bienvenido en la UNAM”, dijo, a rajatabla y sin que le temblara la voz, un joven llamado Alejandro Torres a Lorenzo Córdova.
El estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) increpó al funcionario público después de que éste
ofreció una conferencia llamada “Evolución y desafíos de la democracia mexicana”.
No fue la única frase que el muchacho arrojó a la cara de Lorenzo. Con una gallardía que dejó sin respuesta a Córdova Vianello, el estudiante le espetó: “Usted no tiene ninguna autoridad moral para venir hablar de democracia a la UNAM”.
El consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), con las palabras anudadas en su garganta, sólo pudo responder con un desatino: “Afortunadamente en la UNAM cabemos todos, tú y yo y todos cabemos. Mucho gusto”. Es decir: no negó que fuera un racista.
Rebasado por la contundencia del mensaje y visiblemente impacientado, Córdova dio un par de golpes en el hombro del estudiante. En un gesto automático y con esa sonrisita que le confiere cierto aire demencial, el sujeto que, desde hace años, tiene secuestrado al INE extendió la mano al joven para saludarlo.
Pero seamos claros: el estudiante, de una u otra forma, se convirtió en la voz de muchos mexicanos y mexicanas que pensamos que Lorenzo Córdova, que lleva el racismo como una segunda piel, ha golpeado ferozmente el corazón de la democracia mexicana.
Las autoridades universitarias, que debieron ofrecer un posicionamiento ante los hechos, no han dicho nada al respecto.
Su silencio, además de oprobioso, parece cómplice. Y es que Alejandro Torres asegura que autoridades de la FES Acatlán le quitaron su cel y cortaron el video.