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Jorge Gómez Naredo
Desde antes de 2000, Andrés Manuel López Obrador fue objeto de campañas de desprestigio. Esas campañas tuvieron efectos muy nocivos, pero jamás lograron destruir la carrera política de AMLO. Estas campañas mentirosas tuvieron siempre como un eje discursivo el mostrar
que Andrés Manuel convertiría a México, en caso de llegar a la presidencia, en un verdadero caos. Que el país se caería, se desmoronaría, y que todos perderíamos.
En 2006, por ejemplo, infundieron miedo a la gente para que no votara por AMLO, porque supuestamente “destruiría al país”, habría devaluación, alejaría la inversión extranjera y la gente perdería todos sus bienes. Todo sería peor con él de presidente. Las campañas de guerra sucia tuvieron efectos nocivos durante muchos años, pero ya en 2018, la gente no se las creyó y decidió hacer presidenta a AMLO.
Lo que ahora queda claro es que todos esos miedos infundados, todas esas historias de terror que contaban sobre lo que viviríamos en México en caso de que AMLO se convirtiera en presidente, eran grotescas mentiras. Con AMLO, el peso no se ha devaluado a pesar de que, a nivel mundial, hay una crisis económica terrible por la pandemia de Covid-19 y por la guerra entre Rusia y Ucrania.
No nos hemos endeudado, y a pesar de que hemos sufrido en este año inflación, ha sido menor que la mayoría de los países del mundo. Y además, la inversión extranjera directa, ésa que decían que se “alejaría” con AMLO, continúa llegan, se ha incrementado y yaa lcanzó cifras máximas históricas. Toda la guerra sucia contra AMLO fue eso, guerra, basura, mentiras. Y nunca debemos de olvidar quiénes la propagaron y la pagaron.