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Salvador Guerrero Chiprés
Si queremos transformar una nación, comenzamos con las niñas y los niños: reconocemos la educación al centro de la vida comunitaria y advertimos el futuro como una probabilidad cuya construcción se inicia ahora. La educación forma ciudadanía. En esa frase podría resumirse el nuevo Plan de Estudios de Educación Preescolar, Primaria y Secundaria que responde a una lógica transformativa donde convergen seguridad y derechos.
Fue presentado ayer en un evento de alto poder simbólico, no solo porque estaban presentes
la recién nombrada titular de la Secretaría
de Educación Pública, Leticia Ramírez, y su antecesora Delfina Gómez —ambas maestras— sino porque abiertamente se enuncian diversidad e interculturalidad como elementos centrales en la construcción de una nueva relación entre escuela y comunidad.
Se habla de la posibilidad de ejercer el derecho a la educación con un sentido plural y humano, que permita superar desigualdades estructurales y promover cultura de paz, con el cuerpo docente al centro de esa elaboración. A través de la formación docente, el codiseño de programas de estudio, el desarrollo de estrategias nacionales, y la transformación administrativa y de gestión, fomenta un aprendizaje flexible y accesible gracias a becas y apoyos, como las que desde el inicio de su gobierno ha modelado la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, desde la capital… Y ayer insistió en la idea que inicia este texto.
Sheinbaum, el único gobernante local con uso de la voz en la presentación nacional, destacó una visión educativa como epicentro de transformación, en la
cual más allá de transmitir saberes se trata
de formar niñas y niños felices: ciudadanos en el más amplio sentido de la literatura en cultura cívica.
Es una visión de país que no se encuentra en el último tramo de un sexenio, sino en la víspera del siguiente.