10 lecturas
Javier Lagunas
“Acuérdense, con todo respeto, que el señor Blinken, del Departamento de Estado, fue el primero que protestó por los crímenes de periodistas en México y después vinieron los diputados de la Unión Europea”
Esta fue una de las menciones del presidente durante su conferencia matutina del pasado viernes 22 de julio.
Y se lanzó directo para que el mundo escuche: “yo por eso ahora les estoy pidiendo que dejen en libertad a Julian Assange…está injustamente detenido, no cometió ningún crimen, lo único que hizo fue dar a conocer unas prácticas injerencistas que causaban daño, violaban derechos humanos”.
El mensaje fue claro y directo, AMLO dice sin decir, no sean hipócritas, aquí el crimen es decir la verdad cuando se evidencia a una potencia que los perpetra. También infiere, con qué cara viene el funcionario estadounidense a cuestionar por un clima de violencia contra periodistas en México, si el país adalid de la libertad y la democracia está “cazando” a Assange, pidiendo lo extraditen para castigarlo por revelar al
mundo excesos o abusos.
“¿Y dónde queda la libertad de expresión? Digo, hablando con claridad, sin medias tintas, para entendernos” – pregunta el mandatario – Así de claro lo señala, está corroborando que, libertad de expresión, es la que hoy existe en la república, una libertad auténtica, no producto del contubernio de algunos grandes medios con el conservadurismo.
Veladamente recrimina al país vecino o a sus grupos oligárquicos tanto políticos como económicos, que aquí, a pesar de decir mentiras, no se persigue a periodistas y allá, por revelar la verdad se persigue a Assange.