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Ricardo Sevilla
Ayer Ricardo Sheffield, titular de la Profeco, presentó una lista de funcionarios públicos que, saltándose la ley, reciben sueldos que están por encima de lo que percibe el Presidente López Obrador.
En una suerte de “Quién es Quién en los Sueldos”, Sheffield exhibió a una docena de “angelitos” (así les llamó) que, lanzando la mesura por la borda, quieren seguir llenándose los bolsillos, como en las peores épocas del neoliberalismo.
En el listado encontramos a varios personajes conocidos: el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, al ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, y al polémico Lorenzo Córdova Vianello, consejero presidente del INE. Pero aunque estos nombres han sido los más recurrentes, no son los únicos funcionarios que se han pasado la ley por el arco del triunfo.
En el ignominioso listado también encontramos a miembros del Consejo de la Judicatura Federal de Judicatura, magistrados del Tribunal Federal de Justicia Administrativa, así como funcionarios del Banco de México. Es importante destacar que el Presidente percibe un sueldo de 137 mil 700 pesos mensuales, mientras que, por ejemplo, Arturo Zaldívar gana 286 mil 500 pesos. ¡Vaya anomalía! Y es que si multiplicamos por dos el sueldo de López Obrador obtendríamos 275 mil 400 pesos. Eso quiere decir que para que el Presidente de México alcanzara el sueldo de Zaldívar tendría que aumentarse el doble de su sueldo y agregarse 11 mil 100 pesos más.
¿Qué pasa con estos funcionarios? ¿Son cínicos, cabezas duras? ¿O qué parte de la Ley Federal de Austeridad Republicana no les ha quedado clara? Estos desfachatados personajes deberían saber que el espíritu de la Cuarta Transformación está basado en la probidad, el combate a la desigualdad social y la ofensiva contra la corrupción.
Contra lo que muchos dicen, hay quienes creemos que ha hecho muy bien Presidencia exhibiendo a estos “angelitos” que, lejos de estar interesados en administrar los recursos públicos con eficiencia y eficacia, lo único que parece moverlos es el despilfarro.