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Los datos duros | Alfaro, el déspota que quiere ser presidente

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Ricardo Sevilla

“Mejor déjense de grillas y pónganse a trabajar” respondió, en tono despótico, Enrique Alfaro a manifestantes en Sayula. El estallido del gobernador de Jalisco, que siempre ha tenido la lengua destemplada y un carácter iracundo, ocurre cuando un grupo de personas le recordó los pendientes que tiene con dicho municipio.

A este “Mariano Otero de pacotilla” (elogio por el cual Enrique Krauze recibió una millonaria cantidad de dinero), la gente le reclamó que siga sin ser una realidad el Centro Cultural El Páramo que derrumbó la primera administración del actual alcalde Daniel Carrión, cuando apenas estaba en construcción. Y eso propició que el flamígero mandatario estatal perdiera los estribos y comenzara a despotricar.

Para mayor enojo del exmiembro de la fracasada Alianza Federalista, la gente le exigió que se destinen recursos para la reconstrucción del quiosco que la actual administración derribó. Pero a Alfaro queha gritado que tiene una enorme pasión por la justicia, pero que carece de pasión y respeto por la libertad, no le gusta que alguien le reclame.

La virulencia de Alfaro recibió una dosis idéntica por parte del pueblo jalisciense, que condenó la falta de apertura al diálogo ante una manifestación pacífica. En redes sociales, la gente comenzó a lanzar epítetos contra el tocayo de Krauze, a quien se refirieron como el “Sr. sin pelo” o “cabeza de rodilla”. Alguien más por ahí se preguntó: “¿Cómo es que este sujeto, antipático, quiere ser presidente de México? Y uno se responde: Es difícil que un personaje, cuyo fárrago abominable e insolencia insulsa, pueda ser recordado siquiera al final de su mandato. Su biografía será enmarcada por el olvido.

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