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Ricardo Sevilla
Alito Moreno ha tenido unos días tan sórdidos como su conciencia. Recordemos que la semana pasada salió de México hacia Ginebra. Ya saben ustedes que el zafio líder del PRI dijo que haría una gira internacional, donde acudiría a la ONU, la OEA y a otros organismos internacionales, para denunciar los supuestos “actos de persecución” en su contra de parte del gobierno del Presidente López Obrador.
Pero, contra lo que Alito hubiera imaginado, el Presidente no picó el anzuelo y respondió que él está en favor de la libertad de expresión y aseguró que no censuraría las denuncias de Alito. Olvídese de que Alejandro Moreno sólo fue a hacer el ridículo en todos los recintos donde se presentó y que fue ignorado olímpicamente.
Lo interesante es que fuentes al interior del PRI nos dicen que Alito no fue a denunciar “la dictadura” de López Obrador, sino a reunirse con Carlos Salinas de Gortari y con Enrique Peña Nieto. Miembros del moribundo tricolor aseguran que fue a negociar las candidaturas del Estado de México y Coahuila, que son los dos únicos estados que le quedan. Así que Alito fue en calidad de cabildero. ¡Que no trate de ver la cara a la gente!
Nadie en su sano juicio podría creer que Alito es un perseguido político. ¡Por favor! Usted ya sabe quién es este político vulgar que, con aires de perdonavidas, ha dicho que a los periodistas no hay que matarnos a balazos, sino que hay que matarnos de hambre.
Que las autoridades migratorias lo amedrentaron. ¡Eso es una mentira grande como una casa! El Instituto Nacional de Migración ya dijo que “la revisión migratoria a la persona de nombre Rafael Alejandro Moreno Cárdenas se dio en cumplimiento a una solicitud de autoridades del estado de Campeche”. Pero le pareció un excelente pretexto para victimizarse.
Así de burdo y cobarde es este sujeto que sólo el diablo sabe por qué sigue presidiendo el PRI, y que sólo el demonio sabrá por qué sigue presidiendo la Comisión de Gobernación después de que todos hemos escuchado su lengua viperina extorsionando, amenazando, roban