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Arreando al Elefante | En silencio

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Ana María Vázquez 

Así quedó desde que dejó el poder hasta su muerte, el artífice de las grandes matanzas que han marcado al país, 68 y halconazo; intolerante, torturador, cuyo sexenio marcó la historia de tus padres y tus abuelos.

La llamada Guerra Sucia que iniciara en los 50s  fue continuada tanto por Díaz Ordaz como por su sucesor, Luis Echeverría, con su lema de campaña “Arriba y Adelante” con un falso nacionalismo que se tomaba con agua de chía. Si estás en los 30s difícilmente estarás enterado de todo lo que este oscuro personaje fue capaz de hacer; durante su mandato y con la firme convicción de que “al presidente no se le reclama”, creó un cisma en el sindicato de Excelsior para cerrar la boca de su director, Julio Sherer García, quien era el único con los arrestos de criticar a la figura presidencial, pero esto le costó el exilio del periódico que ayudara a fundar.

Prohibió el rock nacional y extranjero debido a un festival que se salió de control, el de Avándaro, y en el que los jóvenes, gritando “amor y paz”, se desnudaron y fumaban abiertamente marihuana. Hoy por supuesto te reirías de ello, pero en aquel momento, las “buenas conciencias” protestaron y de inmediato la represión y prohibiciones se dieron.

Como respuesta, la música de protesta y las peñas tuvieron un auge inusitado. Los movimientos sociales y campesinos fueron reprimidos brutalmente, las desapariciones fueron el sello de ese sexenio y se hicieron famosos lugares como el cercano a Taxco, llamado la Fosa Menéndez, donde eran arrojados los rebeldes a fin de que jamás se encontrara rastro de ellos.

Bajo su gobierno, se dio también la primera gran devaluación luego de hacer que el dólar pasara de $12.50 a 25 pesos. Eran tiempos de hablar bajito, de que las paredes oyeran y contaran a otros que podías ser crítico o contrario al gobierno. Épocas en que comenzaron las investigaciones a particulares, las persecuciones, las golpizas, los destierros.

Grupos paramilitares caminaban impunemente por la calle, había miedo y silencio. En el momento en que escribo estas líneas, su cuerpo está siendo cremado, había cumplido 100 años en enero. No creo en el purgatorio, tampoco en el infierno, se fue sin pagar sus deudas de sangre y represión.

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