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Ricardo Sevilla
Desde hace días la derecha, con esos argumentos sacados del teatro del absurdo, está comparando a Carlos Loret de Mola con Julian Assange. Pero, seamos, categóricos: la comparación es ridícula. Y la gente tiene que saber por qué.
Carlos Loret de Mola, el exempleado de Televisa y subordinado de Roberto Madrazo, no es periodista ni reportero. Es un personaje que se ha dedicado a realizar montajes. Recordemos que, en 2005, Loret transmitió “en vivo” la detención de una ciudadana francesa, Florence Cassez, y la tortura de un sujeto llamado Israel Vallarta; en 2017, el exgobernador Javier Duarte reveló que Miguel Ángel Osorio Chong, entonces secretario de Gobernación, acordó una entrevista con Loret “simulando una renuncia voluntaria”.
Este sujeto es tristemente célebre por su “reportaje” Frida Sofía, la niña que nunca existió, y otras farsas semejantes.
Julian Assange, a diferencia de Loret, es un periodista hecho y derecho. Recordemos que, en julio de 2010, con un video y más de 90 mil documentos militares estadounidense arrancó Wikileaks. Sus primeras filtraciones se publicaron de manera coordinada en diferentes medios internacionales y mostraron con crudeza el fracaso de las guerras de Irak y Afganistán.
Assange ha dado a conocer datos duros sobre soldados de EU acribillando a gente desarmada, violaciones de los derechos humanos en Irak y Afganistán, correos del director de la CIA en los que hablaba de tortura en las cárceles de Guantánamo y Abu Ghraib, así como información precisa sobre quién financió el nacimiento de Vox en España, entre otras tantas investigaciones.
Assange, un símbolo de la libertad de prensa, representa una seria amenaza para los intereses de gobiernos y empresas corruptas en todo el mundo. Loret, en cambio, sólo es un payaso más en el planeta que le hace honor a su apodo: lord Montajes.