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Fabián Pasos
La telenovela más absurda de los últimos tiempos se llama Ricardo Anaya, un individuo sin escrúpulos y falto de memoria que piensa ser el mesías que pronto llegará a la presidencia de México para derrocar al gobierno “autócrata” de AMLO y así cambie el rumbo de miles de mexicanos; cuando todos sabemos que esto es una completa mentira.
Me queda claro que algunos mexicanos siguen viviendo en el pasado, se rehúsan a ver con otros ojos la política del país y viven enfadados pensando que votar por el PRIAN es síntoma de éxito cuando dejó de ser así hace muchos años…
Ricardo Anaya es el típico “fantasma” político que sigue aferrado a obtener la presidencia a como de lugar en el 2024 sin embargo dista de ser verdad a menos que miles de mexicanos le den su voto confiando en la sarta de mentiras que escupe cada que tiene oportunidad de hacerlo sobre todo a días de su audiencia donde podría ser exhibido a nivel nacional.
Después de diversos escándalos era necesario que Ricardo Anaya se alejara de la vida pública pues no le favorecía en lo más mínimo para su reputación misma que quedó hecha trizas después de ser denunciado por lavado de dinero cargo del que fue exonerado en el 2019.
Desde que Emilio Lozoya fue detenido el nombre de Anaya fue mencionado en más de una ocasión pues aseguran que él y muchos otros servidores públicos fueron sobornados para aceptar la fallida Reforma Energética en la época de Peña Nieto sin tener una respuesta clara de cuánto pudo haber recibido de soborno.
Ricardo Anaya tiene un plan entre manos que no es tan honesto como todos creemos y estoy casi seguro que comenzará una campaña sumamente agresiva para seguir desprestigiando todo lo que haga el gobierno federal con la única misión de ganar un poco de confianza para este 2022 y testear el terreno para el 2024.
Es necesario que analicemos de cerca la campaña que está a punto de arrancar Ricardo Anaya pues es evidente que peleará por recuperar un poco del poder que le fue arrebatado y por más que asegure tener la respuesta para todos los males del país me queda claro que no es del todo cierto.