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Ana María Vázquez
Tómame la foto, así, que se vea que ando lejos, en una boda, y luego la subes al twitter y te jalas a algunos para que le den vuelo, que se sepa que ando acá. Hombre, Javier, acaban de matar a tu ex, no la friegues, le dijo el compadre a quien el político seguía urgiendo
-Por eso, no me vayan a embarrar -increpó el político dándole el celular, -acá, junto a mi novia- sentenció mientras tomaba del brazo a la joven que revisaba con orgullo la mesa de regalos de Liverpool; la próxima fiesta sería la de ella, su boda.
A Javier le decían “El Chiapaneco”, aunque protestara porque su “carrera” la había hecho en Puebla; ascendió en el Priismo local gracias a su relación con el “Gober Precioso” quien lo instaló en la Secretaría de Gobernación. -Tómame seis fotos -sentenció. El compadre hizo una mueca, pero conocía a Javier y sabía que no era bueno llevarle la contraria.
Con cada clic y cada nueva pose para la foto, el político iba imaginando cada uno de los disparos que su ex, Cecilia, había recibido horas antes.
Primer click/primera bala: La enamoró, le gustaba por entrona, esas mujeres eran su especialidad, le gustaba doblegarlas y la rindió.
Segundo click/segunda bala: Le ofreció dinero para el aborto pero ella se negó, “que con su pan se lo coma, me quiere enganchar pero conmigo se la pela”
Tercer click/tercera bala: Las presiones políticas de los contactos que ella tenía le hicieron reconocer la paternidad, “me jodieron”, se dijo, ahí empezó a odiarla.
Cuarto click/cuarta bala: “Ahora la cabrona es activista por los derechos de las viejas y encima exige pensión, ¡que chingue a su madre!”
Quinto click/quinta bala: “La pendeja empezó a atacarme en redes sociales, no dice mi nombre, pero todos saben que habla de mí. Firmó su sentencia”
Sexto click/sexta bala: “Mi sobrino le vació el cargador, ese cabrón tiene mi sangre” Javier esbozó una gran sonrisa con la última foto “se acabó la rabia”, pensó.
Días después, el político fue aprehendido junto con su sobrino y otro cómplice, aún falta Silvestre, quien se dice que se esconde en Chiapas. Cecilia Monzón deja un hijo en la orfandad. ¿Su delito?, exigir la justa pensión para su hijo.