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Salvador Guerrero Chiprés
Respetar las reglas del diálogo o del juego en cancha es básico para construir comunidad. Es premisa fundamental de la buena crianza. Niñas y niños lo saben. Algunos diputados ignoran algo tan básico.
La reforma a la Ley Minera fue aprobada como diríamos en el futbol, por default.
Carente de estrategia y argumentos, la oposición prefirió salirse de la Cámara luego de que el Presidente López Obrador diseñara la protección del litio. Movimiento Ciudadano quiso deslindarse de la cercanía
con el PRI y el PAN, confirmada el día que votó contra la reforma eléctrica: permaneció en el Pleno.
Durante el ejercicio de Revocación del Mandato, y a pesar de su locuaz defensa de la democracia, también eligieron hacer vacío. Sus dos principales tácticas han sido votar en contra y abstenerse.
El 10 de abril se burlaban de los 16 millones de votos conseguidos en el primer ejercicio popular de este tipo; el 17 de abril presumían con bandera de México en mano haber sido voz de los millones de mexicanos que, dicen, están contra la Cuarta Transformación, y el 18 de abril simplemente omitieron ser representación ciudadana de millones de mexicanos en cuyo nombre dicen hablar.
El litio tiene mucho valor, es centro de la revolución automotriz. Mas lo tiene la construcción ciudadana en tiempos donde los equilibrios son indispensables. De ahí que su reconstituida nacionalización sea un día
histórico, como lo llamó la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
De ahí también que para un segmento mayoritario de la ciudadanía, quienes se abstuvieron hoy o votaron contra la reforma eléctrica antes, sean representantes de intereses distintos de los nacionales o sean
referidos por algunos como malquerientes de nuestra nación. Doble contra sencillo: perderán 4 de las 6 gubernaturas en disputa.
