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Altavoz | AIFA: fiesta y silencio

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Salvador Guerrero Chiprés

Hubo quienes dijeron en 2018, apenas ocurrida la victoria de Andrés Manuel, que el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) era “una obra imposible”. Ya festivamente inaugurada la primera fase del nuevo aeropuerto, quienes auguraban fracaso en el intento de la mega obra, siguen “consistentes” con su rechazo y están en su derecho. Las críticas continuarán.

Es parte de la política, más que de la verdad. La obra resultó más barata, contribuye a establecer un sistema aeroportuario: existen datos detallados, por ejemplo, por Javier Jiménez Espriú. En un libro experto sobre ello (La cancelación: el pecado original de AMLO) el exintegrante del equipo de gobierno acredita con argumentos muy afinados, sin ser él mismo un incondicional de la 4T, las ventajas del proyecto.

Quedó demostrada la aptitud militar — institución con un 82.8% de aprobación ciudadana según el INEGI—, que en medio de una pandemia cumplió con los tiempos y formas para la entrega del AIFA, y con las instrucciones y objetivos de un ejército constructor de paz y de obra.

El AIFA tiene 125 posiciones para aeronaves, 45 de pasajeros, 28 para aviones ejecutivos, 26 para helicópteros y 11 para grandes cargueros. Por lo pronto ha creado, según la Sedena, más de 137 mil empleos directos.

Datos que suman a la movilización prevista para su primera etapa, de hasta 19.5 millones de pasajeros al año, que lo colocarán al nivel de terminales aéreas de Europa, como la Barajas y El Prat, en Madrid y Barcelona, en España, y que, sobre todo, es una pieza en el relanzamiento gubernamental del propio proyecto político del presidente y las siguientes mega obras que lo integran.

Por lo pronto, como dijo la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, para muchos quedará disfrutar del nuevo aeropuerto… en silencio.

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