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Por Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
FUE UNA NOTICIA INESPERADA
Detener al ex gobernador de Nuevo León,
Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, ha
sido una noticia inesperada.
Es difícil encontrar servidores públicos
que no hayan hecho fechorías durante su
gestión, así, una buena mayoría deberían
estar en la cárcel; lamentablemente existe un gran sentido de impunidad, en concreto con varios ex presidentes que se han
enriquecido y cometido crímenes de toda
clase, que sin mayor preocupación deambulan por el mundo.
El famoso “Bronco” fue el primer gobernador que triunfó en forma arrolladora, sin partido político. Su gobierno
siempre fue contra corriente, algo entendible por su actitud independiente y la carencia de un partido que lo apoyara. A pesar de
ello, de manera legitima buscó la Presidencia de la República, también como candidato independiente, pero por supuesto, no
triunfó. Ahora le inician un proceso por
un supuesto delito electoral, donde se hace notar la compra de votos, realización de
campañas con recursos gubernamentales,
etc. Lo importante tal vez no era el proceso, sino exhibirlo y antes de ser declarado
culpable, ya fue fichado y expuesto ante la
opinión pública.
No se trata de defender al “Bronco”, sino de mostrar la perversidad de los “juicios
orales”, que castigan a quien no es aún responsable del delito y para nada se respeta
la presunción de inocencia.
El caso de “El Bronco” ratifica la urgente necesidad de modificar de una vez por
todas el actual sistema de justicia, donde
sin más, una persona vinculada a proceso,
es encarcelada en tanto se amplía la investigación, algo verdaderamente perverso.
La posibilidad de evadir la justicia, es
una circunstancia que sin duda no implica
que al investigado se le cierren las puertas
para llevar su juicio en libertad.