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Fabián Pasos
Recientemente en diversos puntos de la ciudad se llevaron a cabo diversos movimientos políticos donde se manifiestan de manera espontánea decenas de ciudadanos con un fin común… “ser escuchados”.
Donde ideas revolucionarias (mal fundamentadas) son el estandarte de estos movimientos llenos de inconformidad y desesperación por la situación económica de este país.
Los efectos colaterales que propician estas manifestaciones son incalculables donde a diferencia de las manifestaciones pacíficas existen diversos cuestionamientos sobre ¿Quién está detrás de estas motivaciones políticas? Que siempre han estado vinculadas de manera estrecha al gobierno en turno del país.
En México la palabra “anarquía” se ha escuchado de manera constante en diversos medios de comunicación que nos han engañado de manera constante, sin permitirnos analizar el verdadero significado de un movimiento que bien podría tener un respaldo social; sin embargo en este país, es todo lo contrario.
Los movimientos sociales de este país carecen de estatutos que sean valorados y respetados, tan solo existe un “pretexto imperfecto” que alienta a decenas de jóvenes para salir a la calle a manifestarse sin conocer de fondo las necesidades básicas que motive una revolución social. Mientras México permanece sumergido gritando “gooooooool” cada fin de semana por su equipo favorito diversos intereses políticos se mueven como arenas movedizas sin poderlos detener y el “anarquismo” sirve como un arma política que usan las personas más maquiavélicas de este país.