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Samuel Cantón Zetina
Ya no es falta de educación, de cultura y de valores familiares. Es el regreso del hombre bestia. Irracional y regido por instintos crueles e inhumanos. Fracaso de la civilización.
La ejecución múltiple del velorio de San José de Gracia en Michoacán mostró a homo sapiens despiadados, sin conciencia del bien y el mal, y sin ningún problema para despojar de la vida a otros.
Sanguinario espectáculo dominical de mediodía que los propios sicarios “lavaron” con chorros de agua. Personas ejecutadas a punta de ráfagas de metralletas. A lo que sigue.
En el futbol, “aficionados” perturbados por el alcohol, por la sobredimensión de la importancia del deporte, y la falsa concepción de que el rival es enemigo “a muerte”, dieron rienda a lo peor de ellos y atacaron sin control ni medida a partidarios del equipo contrario. Violencia fuera de sí.
No son expresiones cavernarias nuevas: en gran porcentaje se repiten por el vacío de autoridad e impunidad que las orbitan.
En la masacre del velorio, la policía local tardó ¡tres! horas en llegar. No tenía cómo enfrentar a los verdugos. “Se enteró” -dicho por el fiscal del estado- por el video que un testigo subió a redes.
¿Así o más cínico e incompetente?
El gobierno sabe de los muertos por la grabación, pero como no encuentra los cuerpos, no puede decir cuántos fueron, si fueron o no acribillados frente a un paredón, y qué delitos, o de qué tamaño, puede perseguir. Y en el estadio de la Corregidora, los propios guardias abrieron las puertas a los salvajes agresores.
Como decía Pedro Ferriz (viejo): ya no se sabe si reír, llorar o rezar.