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Visión Laboral | Javier Cerón Espinosa
Por más que en sus declaraciones Luisa María Alcalde, Secretaria del Trabajo y Previsión Social, de que las impugnaciones sobre el proceso electoral del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana “..son totalmente válidas”, no servirá de mucho, si estas denuncias se van al cajón del escritorio, porque si algo ha dado muestras
la encargada de la política laboral del país, es de no meterse dónde le indican los altos mandos que no se debe meter.
Y todo esto ha desembocado en vacíos de información que se han llenado con versiones de todo tipo, desde que quien está detrás de todo este asunto puede ser Arturo Alcalde Justiniani, Padre de la funcionaria y quien es el artífice de los llamados sindicatos independientes, como el que ganó el contrato colectivo en la General Motors, ya que las asesorías subterráneas que les lleva lo vinculan el manejo y la influencia sobre los procesos electorales.
Trabajadores de Pemex, de la Sección 34, quienes pidieron omitir su nombre, revelaron que los testaferros del sempiterno dirigente Héctor Sosa, actuaron para presionar a los trabajadores para apoyar al candidato “oficial” y esto quedó demostrado porque los obligaron a hacer guardias frente a la sede del sindicato en la calle de Zaragoza 13, colonia Guerrero, portando playeras y gorras nuevas que les proporcionó la sección.
El escenario está candente y el desahogo de las 200 denuncias por irregularidades en el proceso electoral se deben transparentar porque también se acumulas las impugnaciones de los candidatos que ya están solicitando la intervención de organismos internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la ONU, por la violación a los derechos laborales y humanos de los trabajadores.
Esto se encuentra en un callejón donde está en duda la actuación de las autoridades laborales y de la operación de toda la “maquinaria” que operó los lacayos de Carlos Romero Deschamps, quien saqueo al sindicato por más de 30 años y goza de cabal salud, sin ser investigado y su fortuna reflejada de manera excesiva.
