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Miguel Ángel Rivas
Históricamente, la relación de los gobiernos nacionales con las iglesias, especialmente la Católica, ha sido muy difícil, al grado de llegar a una guerra civil. Para tratar de corregir la situación, fue necesaria una reforma constitucional, en 1992, que dio reconocimiento legal a las iglesias. Sin embargo, se mantuvo la prohibición para que los ministros participen
en política; en particular, no pueden realizar proselitismo a favor o en contra de ningún candidato o partido.
A pesar de esa prohibición, en las elecciones del año pasado algunos ministros de la Iglesia Católica, de manera destacada el cardenal y ex arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval
Íñiguez, incurrieron en declaraciones que han sido consideradas ilegales por la máxima autoridad en la materia, el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal (TEPJF), el cual turnó el conflictivo caso a la Secretaría de Gobernación para que imponga la sanción correspondiente.
Por lo pronto, la jerarquía eclesiástica salió en defensa de sus ministros. El órgano oficial de la Arquidiócesis de la Ciudad de México, la revista Desde la Fe expresó: “La Iglesia Católica es respetuosa de las disposiciones del poder civil, pues éste existe con la finalidad de conservar el orden y procurar el bien común; sin embargo, en esta ocasión, no se está de acuerdo con los criterios que manifiesta en su sentencia el TEPJF. Y es que, los ministros juzgados se expresaron desde su ámbito personal, inclusive, uno de ellos, en el ámbito de la libertad de cátedra. Señalaron puntos de mejora social a tener en cuenta a la hora de que los fieles decidieran su voto, en total ejercicio de la libertad de expresión y del ejercicio ciudadano al que tienen derecho”.
Sacerdotes demandan terminar con los abusos de delincuentes Mientras el cardenal Sandoval Íñiguez y sus defensores se involucran en polémicas políticas, otros miembros de la Iglesia Católica se involucran en cuestiones más cotidianas y de efecto directo sobre sus feligreses.
Allí está, por ejemplo, la actuación del sacerdote Heyman Vázquez Medina, quien salió en auxilio de un grupo de migrantes que, horas antes, fueron secuestrados, asaltados y lesionados por un grupo de hombres armados que, además, abusaron sexualmente de las mujeres. De acuerdo con notas periodísticas, fechadas en Huixtla, Chiapas, el sacerdote
denunció, además, que ni la Policía Municipal ni el personal de la Fiscalía Especializada en Delitos Cometidos Contra Inmigrantes los ayudaron para rescatar a los migrantes, no
obstante que recibieron los datos exactos de la ubicación en donde se cometieron los ilícitos y la presunta identidad del grupo armado.
Otro caso de acciones en pro de los feligreses tiene como personaje central al sacerdote Gregorio López, conocido como Padre Goyo, quien pidió a las autoridades de Michoacán atender la creciente violencia que persiste en la región de la Tierra Caliente, en particular en las comunidades de Tepalcatepec, Aguililla, Coalcomán, Chinicuila, que desde hace meses viven en zozobra.
Un triste día de fiesta La fecha del 25 de enero me produce sensaciones absolutamente encontradas.
Por un lado, me resulta muy gratificante pues un día como ese me inicié como reportero de diario en el rotativo La Prensa de la Ciudad de México, pero no puedo apartar la tristeza
que me provocó el hecho de que ese mismo domingo de 1970 se desplomó cerca de Poza Rica, Veracruz, un avión que llevaba a un grupo de estimados colegas comisionados
para informar de la campaña del candidato presidencial Luis Echeverría.