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Salvador Guerrero Chiprés
Las evidencias son claras: quienes hacían o querían creer un supuesto distanciamiento entre la presidencia de la República y el sector empresarial estaban equivocados.
La reciente reunión entre el Presidente Andrés Manuel López Obrador y el empresario Carlos Slim es una muestra de ese error, involuntario o intencional, en el que han incurrido opositores al mandatario, ya sea por ideología o antipatía.
En el encuentro se solidificó la relación positiva que buscan establecer empresarios e instituciones gubernamentales al tocarse temas de interés nacional. Uno de los más destacados fue el pago de 28 mil millones de pesos que realizó Slim a la Hacienda Pública tras la venta de una filial de la empresa América Móvil, perteneciente al Grupo Carso.
Este significativo ingreso económico a las arcas nacionales, así como la venta de la filial en Estados Unidos contribuye a la economía del país e impulsa la recuperación económica post pandemia.
Apenas a principios de diciembre, el tabasqueño comió con la cúpula del Consejo Mexicano de Negocios, donde también estuvo presente el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Una manifestación más de que la distancia es cercanía y de que en los disensos hay consensos.
Los puentes entre empresarios y autoridades están tendidos en beneficio del país y la ciudadanía. En la Ciudad
de México, por impulso de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, se alcanzó un acuerdo con Grupo Carso para la reparación de la Línea 12 del Metro.
Construir a favor de la gente es el fin común, es lo que en el Consejo Ciudadano de la CDMX llamamos el triángulo virtuoso: el trabajo articulado y coordinado entre ciudadanía, empresarios y gobierno.