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Salvador Trejo
Aunque el shaka de la tira chilanga, Omar García Harfuch y la fiscal Ernestina Godoy echaron las campanas al vuelo y aseguran que los delitos de alto impacto han disminuido considerablemente
en Chilangolandia, la realidad es que las estadísticas los contradicen, pues estamos a punto de que culmine el 2021 y los robos, ejecuciones, extorsiones y vendettas siguen a tambor batiente.
Tan solo en 48 horas el crimen organizado hizo de las suyas y se despachó a dos personajes que no sabemos por qué estaban libres, tal es el caso de Ricardo Sánchez Vascoit, El Konan, exagente de la Policía de Investigación de la Ciudad de México que fue relacionado con el secuestro de Fernando Martí y era un secreto a voces que protegía a miembros de La Unión, quienes a la postre terminaron por echárselo al plato.
A este personaje la Fiscalía capitalina no le pudo cuadrar ningún delito y su ejecución demuestra que, efectivamente, siempre anduvo en malos pasos, aun siendo efectivo de la misma tira.
Mientras en el caso de Héctor Rodolfo, El Gordo, líder de Los Rodolfos, también es un misterio por qué lo dejaron libretas si era uno de los principales generadores de violencia en el sur de la capital y ya lo habían apañado.
Aquí no hay más que de dos sopas, o los agentes del Ministerio Público no son capaces de cuadrar correctamente las carpetas de investigación o los jueces se prestan a chanchullos que dejan mucho qué pensar.
En los casos de estos malogrados personajes, la venta de drogas y extorsiones son el común denominador y esos dos delitos son de alto impacto, además de un dolor de cabeza para tochos los capitalinos, que han perdido la capacidad de asombro de tanta ejecuciones que vemos tochos los días.