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Samuel Cantón Zetina
Si la muerte del niño duranguense en una atracción acuática de Playa del Carmen fue “error humano”, ¿por qué simplemente no se reconoció y se asumieron responsabilidades?
Un filtro del río artificial (“Salado”) del parque Xenses no tenía tapa, y succionó a un padre y a su hijo lesionando gravemente en la pierna al menor. El trabajador al que se le olvidó cerrar debió ser puesto a disposición de las autoridades para que respondiera por su negligencia, y por homicidio imprudencial. A los familiares, la empresa Xcaret, a la que pertenece Xenses, debieron atender e indemnizar por la tragedia. ¿Qué pasó en vez de eso? Todo indica que se armó un gran contubernio para proteger al Grupo Xcaret, que en un comunicado resaltó que nunca tuvo un accidente así en 30 años de operaciones. ¿Mintiendo y manipulando es la forma de cuidar un prestigio? ¿No era mejor asumir costos y hablar con la verdad? El padre del niño muerto denunció que no hubo en la atracción primeros auxilios, que en el hospital al que al cabo de muchas vueltas llevaron a su hijo, no lo atendieron ni lo ayudaron a trasladarlo en ambulancia aérea a la CDMX. ¡Un auténtico viacrucis! Y el ayuntamiento de Solidaridad tardó ¡6 días! en clausurar Xenses. Pero lo peor, lo más vergonzoso, lo mas ruin, es que en la Fiscalía le condicionaron la entrega del cuerpo a cambio de un “perdón” por escrito a Xcaret, y a que no relatara la terrible experiencia. ¡Como miserables mafiosos! Catorce horas después, la familia que festejaba en la Rivera Maya haber superado el coronavirus, regresó a casa sin uno de los suyos. Un funcionario -ni la pena vale mencionar su nombre- argumentó que la demora en la entrega del cadáver de Leonardo, de 13 años, se debió a que el padre se negaba a la autopsia, como si la causa de la muerte no fuera más que evidente.
Inexplicablemente, los servidores públicos de la Fiscalía quintanarroense no fueron cesados de inmediato.
El presidente debe hoy darles duro.