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En 2001, el hoy presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar (entonces litigante), rompió su sociedad con Fabián Aguinaco, para sólo él quedarse con el negocio de representar a cuatro bancos en un amparo contra el 5to Transitorio del IPAB; una traición de 11 millones de dólares. Sí, eso fue lo que al final le cobró Zaldívar a Bancomer, Banco Internacional, Banamex y Banorte, por ganarles en 2003 un amparo que los salvó de nuevas auditorías por el Fobaproa.
Zaldívar venció al Estado y el erario terminó de asumir una deuda de 52 mil mdp más por el rescate bancario.
Hay más traiciones en el haber de Zaldívar. Llegó a ministro de la Corte en 2009 a propuesta del expresidente Calderón, y con la bendición de su esposa, Margarita Zavala, su exalumna.
Pronto Zaldívar se olvidó del apoyo de Calderón. Jamás respaldó sus proyectos de Gobierno. Por eso, entre sus cercanos, Calderón no ha dejado de llamar traidor a Zaldívar. En diciembre pasado, el consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer, convenció a Obrador de que su hombre para limpiar al poder Judicial es Zaldívar.
Por eso recibió todo el apoyo desde Palacio Nacional para ganar la Presidencia de la SCJN. Zaldívar asumió ese compromiso con la 4T cuando estaba en campaña para llegar al cargo.
Pero una vez sentado ahí no ha cumplido con lo ofrecido en materia de austeridad, y menos en la limpia de jueces corruptos. López Obrador ya percibe la deslealtad.
Ayer anunció que le enviaría un oficio a Zaldívar por el amparo que un juez otorgó a un policía tortuador en el caso Ayotzinapa. Quizá la traición ya está en camino…