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Al inicio de su gobierno, en 2017, Donald Trump le envió al entonces presidente Enrique Peña un plan para frenar la creciente migración de centroamericanos a EU, vía el territorio mexicano.
A Peña le exigían sellar su frontera sur con militares y que México albergara a los migrantes que estuvieran en proceso de asilo político en EU. A cambio, ellos le entregarían al gobierno de Peña 800 millones de dólares anuales para atenderlos. Dinero etiquetado, para evitar que se usara en otros rubros.
EU desistió porque el gobierno de Peña no estaba en condiciones de hacer nada.
El plan lo revivió Trump, apenas unos días después de que ganó Andrés Manuel López Obrador las elecciones. El secretario de Estado, Mike Pompeo, encabezó una comitiva de funcionarios que lo visitó en julio, para ese asunto.
Este año, el 19 de marzo Jared Kushner, yerno del presidente Trump, se reunió con López Obrador en la casa del Director General de Televisa, Bernardo Gómez, para presionarlo. El 31 de mayo, Trump lanzó un ultimátum.
En una semana se alcanzó el acuerdo, que el presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, criticó así en Tijuana, el sábado anterior: “Lo que es en mi criterio inmoral e inaceptable, es el doble rasero entre la frontera norte y la del sur. Por una parte, exigimos que nos abran las puertas; y por el otro lado sellamos el paso de los centroamericanos para hacerle un oscuro favor a los Estados Unidos”.
Hay un compromiso de EU para darle a México 5 mil 800 millones de dólares para los próximos 6 años, por esa labor de contención (la Unión Europea le entregó a Turquía 6 mil millones de euros entre 2016 y 2018 para recibir y atender a unos 3. 5 millones de refugiados de Siria, que huyeron de la guerra civil). ¿Y si Trump no cumple?