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La terquedad de Dos Bocas

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Cuando en 2001, el entonces jefe de Gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador anunció la construcción de los segundos pisos del Periférico, recibió fuertes críticas y la férrea oposición de panistas, priístas, empresarios, expertos.

Vaticinaban que no habría recursos públicos para la obra; que si la construía, no resistiría ni el primer temblor; que no le alcanzaría su gobierno para terminarla.

Tres años después, en 2004, los más importantes empresarios de México le acompañaron a la inauguración de la primera etapa de la obra. El acto se transmitió en vivo por las principales cadenas de televisión.

En junio de 2005, AMLO concluyó los tramos que planteó para su mandato. Su sucesores, Marcelo Ebrard y Miguel Mancera, terminaron el trazo de norte a sur, pero de paga. Lo mismo Enrique Peña, en el Estado de México.

Ayer, López Obrador dio el banderazo de salida de la construcción de la que, sin duda, será la obra emblemática de su gobierno: la refinería de Dos Bocas. No porque será la más costosa (150 mil mdp), sino por lo estratégica: el pilar de la autosuficiencia en gasolinas, diésel y turbosina. Hoy México adquiere 600 mil de los 800 mil barriles diarios que se consumen.

El 95% se compra en Texas. Si no dejan de vender, frenan al país. Con la refinería de Dos Bocas, además de la seguridad energética, le hará justicia a su tierra: detonará la economía de Tabasco, con saldo negativo en crecimiento económico, durante la últimas décadas.

El “terco”, “necio” de AMLO, como se autonombra, sostiene que Dos Bocas estará terminada en tres años. Pronto será el arranque de otros proyectos polémicos: Tren Maya, Tren Transístmico y el Aeropuerto de Santa Lucía. ¿Podrá o no?

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