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Este fin de semana, la gira de trabajo del presidente Andrés Manuel López Obrador fue quizá la más cuidada de todas, por parte de los equipos de logística, estatales y federal.
Primero, el viernes, la enorme seguridad que rodeó a López Obrador en Minatitlán, Veracruz. Su llegada fue como él describió el miércoles que ocurría en el pasado: “¿No se acuerdan cuando pasaba un presidente, cuántas camionetas? A lo mejor hay alguna imagen por ahí: era una, otra, otra, otra, 10 camionetas…”. Así más o menos se vio en el video que circuló en internet de su llegada a esa conflictiva ciudad veracruzana.
Al día siguiente, en la plaza central de Matías Romero, Oaxaca, un mitin totalmente controlado. Sólo dejaron entrar a empleados de los municipios morenistas y militantes de ese partido.
Esto, por el temor de que hubiera protestas contra López Obrador. Decidir que los periodistas de la fuente presidencial que cubrían la gira no podrían llegar a la plaza central de Matías Romero. “Acto privado”, el argumento.
¿López Obrador convirtió en privada una plaza pública y le prohibió la entrada a los medios? El temor de López Obrador: el proyecto ferroviario del Corredor Transístmico enfrenta fuerte resistencia en la región. Temían que hubiera protestas y salieran en los medios.
López Obrador sabe que hay miles de personas en varios pueblos de la región que no van a ceder sus tierras, que en su mayoría son ejidales (de uso común). El primero que intentó y fracasó en la construcción del Corredor Transístmico fue Benito Juárez. Habrá que ver si AMLO puede lo que no logró su icono