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‘Sintió agonizar al bebé en su vientre’; brutal feminicidio

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¿Por qué mataron a Alba Lizbeth Jiménez Chablé? Un año de interrogantes en caso de la joven asesinada en Pomoca.

México.- Hace un año, Alba Lizbeth Jiménez Chablé, joven madre de 25 años de edad, y quien esperaba a un bebé que ya estaba a punto de nacer, fue brutalmente asesinada en las inmediaciones del fraccionamiento Pomoca, municipio de Nacajuca conurbado a la ciudad de Villahermosa, después de abordar un pochimóvil junto con su hijo de 4 años.

El cuerpo de la mujer fue hallado completamente desnudo. El informe del forense de la Fiscalía General del Estado de Tabasco (FGE) revela que la asesinaron con saña inaudita; el cadáver presentaba 35 heridas punzantes, hechas con un desarmador. Los hechos ocurrieron el primero de abril del 2018, y desde entonces, a pesar de que una persona fue detenida con relación a estos hechos, a la madre de la víctima la atormenta una pregunta que las autoridades no han podido responder aún: por qué asesinaron a su hija.

En exclusiva para tabascohoy.com, la señora madre de Alba Lizbeth revela los terribles pormenores de este feminicidio, parte de una oleada de violencia contra las mujeres que en Tabasco cobró la vida de 38 víctimas, tan sólo el año pasado.

“La mataron con 35 heridas de desarmador, no fue con un cuchillo, y trayendo un bebé de nueve meses. A ella la matan el dia primero, y el bebé iba a nacer entre el 10 y el 15 de ese mes de abril de 2018”, dice la atribulada madre en entrevista. A veces su voz se quiebra y sus ojos se arrasan. Aún así, hace acopio de fuerzas, y busca reivindicar la memoria de su pequeña.

“Mi hija está en el suelo. Está como una mujer cualquiera, y no es así; mi hija era decente. Muy dulce, muy tranquila. Ella sólo tuvo dos novios, no era como esas muchachas que andan con zutano y con mengano, muchachas que hay, locas, porque conocemos que hay locas. Sin ofender, porque yo también soy mujer, y tampoco es porque fuera mi hija, hablo de mujer a mujer”, señala con voz trémula.

La víctima, en voz de su madre, era una joven madre que vivía en unión libre con su pareja, quien se desempeña como mesero en hoteles, y con quien residía en el mismo fraccionamiento. Ella era empleada del Ifortab. Ya tenían un niño juntos y aunque tenían los problemas normales de la vida conyugal, a veces ella le advertía a su hija que de ser necesario podía irse a vivir con ella. “Cuando ella falleció, en abril, él cumplía los cuatro años. El niño es de él, de la persona con quien estaba, y el que iba a tener, se supone que también era de él. Pero el hecho es que cuando ella falleció, su pareja le hizo el ADN al bebé, pensando él que no era de él… gracias a dios sí era su hijo”, dijo la señora.

Recuerda la terrible noche en que su hija fue asesinada. Hace un esfuerzo por vencer las ganas de llorar.

“Esa noche ya me iba a acostar. Se me olvidó hacer algo y regresé a la sala, cuando (vi) que un hombre me hablaba desde la ventana y me hacía señas. Me gritó: señora, señora este niño es de usted, y yo escuché la voz del niño, de mi nieto, y pensé: pero si ellos ya están en casa. Me acerqué a la ventana y me dijo; señora, este niño es de usted. Yo me asomé y estaba pegado a la pared de mi casa, agarradito del portón. Me decía; abuelita Luci, abuelita Luci, háblame. Yo me asusté porque lo vi ensangrentado. Le pregunté al niño; ¿y tu mamá? Me respondió: Se cayó del pochi, se cayó del pochi”, relata.

El vecino de Pomoca había encontrado al niño, solo y sangrante, deambulando por la carretera. El menor mismo lo guió hasta la casa de su abuela, quien se alarmó al verlo tan lastimado. “Yo pensé que era una pelada, y no, era una gran herida en su ceja, en su nariz. No era una lastimada normal, de accidente, era muy profunda”, recuerda.

El vecino la acompañó a llevar al niño para que recibiera ayuda, pero antes pasó a avisarle a su mamá lo que había pasado. “Yo ya no pude ir a buscar a mi hija. Me llevé al niño a la Fiscalía a reportar la desaparición de mi niña, y después a ver que me atendieran al niño de sus heridas. Los mismos policías me llevaron al Seguro Social. Curaron al niño, lo suturaron, y luego me nadaron a la clínica de Tierra colorada para hacerle placas, por si acaso había sufrido algún golpe grave en la cabeza”.

“En ese momento mi hija estaba desaparecida, yo no sabía nada de ella”.

“Luego le dije a mi otro hijo; tienes que ir a buscar a tu hermana porque su hijo dice que se cayó, y yo no sé, tal vez la asaltaron, nunca se me ocurrió pensar que me la habían matado”, dice, afligida.

Las autoridades de Tabasco tardarían un mes en hacer la detención del presunto asesino. Joás Elí “N”, alias “El Nica” se dedicaba a dar servicio de transporte en póchimovil en el populoso fraccionamiento. Es posible establecer que la víctima y el sujeto se conocían, porque le daba el servicio cuando el chofer habitual de la joven madre no podía llevarla.

“Mi hija me habló temprano por teléfono para preguntarme: mamá el señor que te lleva y te trae, ¿está libre, o está trabajando? Le dije que se había ido a Frontera. ¡Ah, bueno, pues ya veo yo cómo me voy! dijo. Porque ella llega a lavar a la casa. El agua de Pomoca se va y luego no hay, por eso ella llegaba a lavar a la casa de mi mamá, de su abuelita, ahí lavaba su ropita. Y pues le tocó lavar ese día y fue”, señala.

La madre no la volvió a ver más.

“Desgraciadamente no sé qué pasó. Ese hombre (el del Pochi) le contestó con un mensaje de texto diciéndole que la iba a pasar a buscar”, dice. Y vuelve a rememorar las horas de angustia.

“Cuando estaban atendiendo a mi nieto en el Seguro, mi corazón sintió; mi hija esta muerta. Mi hija me la van a entregar muerta. Yo rezaba, y decía; Señor, que mis pensamientos me cambien. Pero yo siento que está pasando algo. Yo me vine a enterar así, realmente, realmente hasta que ellos la buscaron, la rastrearon. Porque tengo un hijo que trabaja en un pochi también, y él se sabe los lugares, los caminitos por dónde se pueden ir, los atajos de los delincuentes, porque hay unos que fuman droga. De hecho, ese muchacho que está encerrado, él vendía droga en la secundaria. Era una cosa horrible, porque yo los veía, eran puros chamacos de 15 o 16 años, fumando (droga) y llevando pasaje, fumando y llevando pasaje… era una cosa horrible”, acusa.

La búsqueda continuó. Refiere que sus hijos ya habían pasado por el lugar donde posteriormente sería encontrado el cadáver de la joven madre, pero que no la vieron. Incluso su hijo, al pasar, rompió con su auto un juguete que tiró ahí el bebé. Vio que había pasado sobre el juguete, por el retrovisor, pero a ella no la vio…

“Estaba tirada, completamente desnuda, porque el hombre ese así me la dejó… en el forense me dijeron que no había habido violación… los diarios dijeron que sí, pero ignoro de dónde sacaron esa versión… siento que ella se defendió porque tenía heridas, y que quiso defender a su hijo mayor y al que llevaba en el vientre, porque la mayoría de las heridas fueron en el vientre… hubo mucha saña.. también tenía heridas en su cabeza. Pero en la parte del viente, en el bebé… ahí tenía las heridas”, afirma.

“La pareja de mi hija fue quien me dio la noticia de su muerte. De hecho, me dijeron que me iban a llevar a verla, pero no pude, porque ya estaba acá en forense, y cuando se necesitaba ir a la funeraria, me quedé en shock y no fui. Cuando yo ya sabía que me habían matado a mi hija le dije; a mi hija me la traes acá, a su casa. Ya no es tuya, yo te la entregué viva, tú me la entregas muerta”.

“Muchos juzgan y se preguntan que qué tenía que hacer una mujer embarazada en la noche caminando… todos tenemos quehacer, ella tenía que lavar, ella estaba haciendo su vida cotidiana. No estaba haciendo cosas malas. Por no tener agua era que salía, porque ella vivía en Valle cuarta planta, y embarazada como para andar subiendo agua… ella tenía que buscar la forma de lavar la ropa, era una necesidad…”.

A pregunta expresa, la señora no sabe a qué atribuir el asesinato de su hija; “Sé muchas cosas, pero haga de cuenta que no sé nada; hay un preso que dice que él no la mató… estamos en las mismas de hace un año…”, señala.

“Yo siento que el detenido sí la mató… porque él la fue a buscar. Si hubiera sido otra cosa, a él lo hubieran matado o lastimado… pero en la parte donde la recogió hubo cinco cómplices más… que ya los estaban esperando, era algo planeado, tal vez era un ajuste de cuentas, porque a ella la señalaban que vendía droga… Pero, ¿por qué con ella se ensañaron así?”

“Si la hubieran querido asaltar, pues se llevan sus cosas y ya… si hubieran querido robarle al muchachito, pues se lo llevan y a ella la dejan ahí tirada… violación, pues no hubo, eso me lo dijo el forense… A mi hija la culparon, ya de muerta, de muchas cosas…de que engañó al marido… de que vendía droga… de muchas cosas, porque ya está muerta, ya no se puede defender”.

“No la volvía ver hasta que la llevaron de la funeraria a la casa. Tenía heridas en la cara. Mi hija mayor fue la que la vistió, la maquilló… mi hija era muy hermosa, al natural. Era niña buena, muy preocupada por mí, una madre ejemplar y muy cariñosa. No sé por qué la mataron con tanta saña. Porque ella agonizó y murió de un paro cardiaco. De tantas heridas, una tocó su corazón. Tocaron su arteria principal, y ella murió en la angustia de ver a su hijo. Sintió a su hijo agonizar en su vientre. Y si justicia de los hombres no hay, yo me voy a arrodillar mucho por que haya justicia divina, porque de esa no escapa nadie…”, dice tajante.

“No se fue porque Dios quiso. Se fue porque interrumpieron su camino de vida. Ella merece justicia, Tabasco es el primer lugar de feminicidios y no es posible que esto siga ocurriendo sin que nadie haga nada. No puede ser, si hay cambio, que se vea, esto no puede quedar impune…” finaliza contundentemente la madre.

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