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La rabia y el odio son sentimientos que siempre van a jugar en nuestra contra. Debemos aprender a controlarlos aunque muchas veces sentimos que es imposible. Es tan poderosa la rabia que nos hace creer que es más fuerte que nosotros. Nos hace decir cosas lastimosas y ofensivas para luego arrepentimos. Dañan, lastiman y no solamente a la pareja, también nos hacemos daño a nosotros también.
En realidad, cuando sentimos rabia algo está ocurriendo en nuestro sistema nervioso, en nuestra sangre y, por tanto, en todo nuestro cuerpo. Con esta emoción se remueven nuestras hormonas y neurotransmisores, movilizándonos para la acción. Sin embargo, antes de derivar en una conducta que podamos lamentar, lo mejor es tomar aire y comprender mejor qué quiere decirnos este estado.
Tú me vas a decir que no eres Buda. Y vaya que te entiendo. Yo me prendo y luego no encuentro cómo aplacarme. Pero he aprendido, con los años, y sobre todo ahora que soy mamá y me toca lidiar con una niña de 4 años que tiene el carácter fuerte, y luego con mi marido que me “orienta” en medio del berrinche de cómo manejar la situación, tengo sí o sí que resolver y gestionar la rabia. Si no lo hacemos, ésta nos destruye.
Ojo aquí. Es esencial descubrir de dónde viene y por qué la sentimos. El origen de la rabia no está provocado por otra persona o se genera en una pelea o un desacuerdo. La rabia nos indica que venimos cargando alguna insatisfacción personal. ¡Auch!
Solo conociendo esas insatisfacciones, poniéndoles nombres e identificándolas podremos desterrarlas de nuestro interior. Trabajar con uno, es la solución. Así que la próxima vez que su pareja la haga pasar un coraje y o le “provoque” odio o rabia, recuerde que el origen viene de otro lado y es tu chamba encontrar de dónde procede y gestionarlo. Hágame caso, aprenda a gestionar la rabia; y vivieron felices para siempre gracias a El manual de la buena esposa.