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La audiencia de la entrega de los Oscares al paso de los años ha ido perdiendo interés por alguna razón, no se sabe si porque la ceremonia es muy larga y a veces resulta muy tediosa, o porque mucha gente ha dejado de creer en la legitimidad de los premios; sin embargo, para México los últimos diez años han sido totalmente benéficos: muchas nominaciones, premios, y algo de escándalo, pero nada comparado con lo que ha sido y será este año, después de que Alfonso Cuarón hace una obra maestra con Roma. Viene lo mejor, la campaña más grande de publicidad que se haya visto en la historia de una cinta mexicana.
Lo que se ha logrado con el fenómeno publicitario de Yalitza es enorme, tanto que ya el corrector del dispositivo del que les escribo me lo sugiere, ha sido un bombardeo perfectamente planeado, una genialidad más de Cuarón, porque en todos los cafés, en todas las charlas, en todos los programas se habla de esto y ha generado la más grande polémica de los últimos tiempos. La gente dejó de discutir por el desabasto de combustible, de sus preferencias políticas y hoy en día todo es si estás del lado de Yalitza o no, por haber sido nominada al Oscar, si las actrices están en desacuerdo, y la palabra de moda en este sentido, si la discriminan o no.
No importa si la gente va caminando y se encuentran a una persona indígena pidiendo ayuda y no la voltean ni a ver, no importa que vayan con nuestros artesanos y les pretendan regatear infamemente su trabajo; tampoco importa que muchos traten con la punta del pie a sus trabajadoras domésticas, pero que nadie vaya a poner en predicamento si Yalitza merece o no estar nominada, porque eso sí es sacrilegio, ¡eso sí es discriminación! Todo lo anterior no, pero ahora resulta que todo México se ha volcado a defender la causa, en la teoría, porque en la práctica verdadera y cotidiana estamos a millones de años luz; pareciera un nuevo pretexto para insultar y ofender de manera totalmente incoherente a la lucha que pretenden tener, haciendo con mucha mayor violencia lo que pretenden condenar. Al final la mayoría solo busca desfogar sus propios demonios y sobre todo frustraciones, a otros, cuando en realidad los insultos que emiten son única y exclusivamente para sí mismos, por no poder hacer nada más por ellos, pero todo esto lo sabe y magistralmente así lo pensó Cuarón, un verdadero genio, que a través de una gran película ha logrado un fenómeno social, donde la gente toma una bandera y la defiende ciegamente, ¡aunque la gran mayoría no haya siquiera visto la película! Pero está de moda la nueva Inquisición, la gente enardecida que quema en leña verde a quienes piensan distinto que ellos, que ciega y muy violentamente defienden una causa que ni siquiera conocen, que ametrallan a cualquiera que quiere alzar la voz, pero dicen que en México no tenemos memoria y no aprendimos de lo vivido, y qué razón tienen. Por lo pronto el domingo veremos el desenlace de esta historia. Roma está nominada a diez estatuillas, ¿cuáles se llevará? Ya no importa, ¡Cuarón ganó ya antes que todos! Ha logrado con su película y genialidad lo que nadie más. Él es ya el ganador absoluto. Y ya después de todo esto veremos qué pasa por ejemplo con Yalitza: ¿volverá como después de un sueño, de un “reina por un día”, a las aulas a ejercer la docencia en la escuela de Oaxaca o tal vez se convierta en la nueva Glen Close mexicana? Ya lo veremos. He dicho.