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El perfeccionismo y los estereotipos, muchas veces fomentados por las redes sociales, conducen a la insatisfacción.
15/02/2019 05:06 / México
Últimamente en Norteamérica ha habido un aumento notable de casos de ansiedad en niños y adolescentes. De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, la ansiedad es el trastorno más frecuente afectando a alrededor de un tercio de la población.
En un artículo publicado en el Fox News en Octubre de 2017, se destacan las causas de este aumento.
Por una parte, los adolescentes de clase privilegiada son los que tienen más malestar emocional. Esto es debido a que son extremadamente perfeccionistas. Es decir, intentan cumplir con sus objetivos con un rendimiento altísimo que siempre debe darles los mejores resultados.
En cambio, para otros jóvenes es más un problema de expectativas Éste se da ya que nunca encuentran el punto en el que pueden decir “Ya he hecho suficiente, ahora puedo parar”. Los niños tienen la sensación de que siempre tienen que abarcar más retos, cada vez más complicados y la presión se agrava, pues son incapaces de ponerse una meta realista y darse cuenta de cuándo la consiguen, así como de valorar su logro.
Aunque los padres elogien a sus hijos es algo importante, ellos no son las únicas personas implicadas en conseguir que los niños se acepten a sí mismos. Los hijos también intentan resolver la pregunta de “¿soy suficientemente bueno?”, las respuestas las obtienen tanto por cómo se manejan en el campo de futbol, como por su rendimiento en el colegio o cuántos “me gusta” tienen en su Instagram. El problema es cuál es la definición que éstos tienen de ‘suficiente’, puesto que es muy difícil llegar a ‘ser suficiente’ cuando esta meta se aleja aunque consigas algunos objetivos.
A la hora de gestionar estos temas, muchos padres transmiten a sus hijos que deben ser los mejores en todo y esto les hace tener miedo de mostrar sus defectos e inseguridades.
FALTA DE GUÍA
• Un problema de los padres de adolescentes ansiosos es que muchas veces no saben cómo actuar, por lo que se sienten desesperados y cuestionan todos los pasos que dan o que no dan, preguntándose una y otra vez “¿he hecho lo suficiente? ¿He hecho demasiado? ¿Lo estoy ayudando o dañando más?