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Ciudad de México.– Daniel Noyola es un atleta nato, sus padres le inculcaron el gusto por hacer deporte, y desde niño practicó futbol, voleibol, basquetbol, entre otras disciplinas, hasta que encontró en dos ruedas, al amor de su vida.
“Un día nos invitaron a una competencia de bici, fuimos mis hermanos y yo y nos fue muy bien”, recuerda Dan, quien en entrevista para Grupo Cantón, revela cómo fueron sus primeros pasos en el ciclismo.
“Empezamos a competir en estatales, regionales y nacionales y me empezó a ir muy bien. Por ahí de los 18 años tuve la oportunidad de representar a México en mi primer Panamericano Juvenil entonces fue creciendo la pasión hasta que dije: ‘quiero ser profesional’, entonces fui compitiendo, probé el ciclismo de velódromo, el de carretera, contrarreloj, hasta que tomé la montaña.
“La adrenalina que te dan las bajadas, los brincos, esa adicción por ir bajando más rápido entre las piedras y el lodo, yo creo que fue lo que me hizo inclinarme por el ciclismo de montaña”.
Y es el originario de San Luis Potosí, quien explica la modalidad en la que se especializa.
“El año pasado me especifiqué en el ciclismo de montaña, pero en velocidad; se abre esta nueva modalidad en 2014, le empecé a meter poco a poco, me empezó a ir muy bien, y mi entrenador me dijo: ‘si es lo que se te da, tenemos que especializarnos y, aunque no es olímpico, podría serlo’, ahora están viendo si puede ser olímpico en Tokio 2020, sino para París 2024.
“Es una modalidad en la que hacemos una contrarreloj, que es un circuito de un kilómetro de montaña con subidas, bajas, piedras, brincos y saltos, clasifican los mejores 32 tiempos para ir avanzando a Octavos de Final, Cuartos de Final, Semifinal y Final. Compiten cuatro ciclistas, los dos mejores pasan a la siguiente Ronda y los otros dos se eliminan. Ahí tuve la oportunidad de ser Subcampeón Panamericano Élite, estar en un cuarto y un sexto lugar en la Copa del Mundo, es una disciplina nueva que exige explosividad y mucha fuerza”.
En la charla, Castillo Noyola, recuerda cuál fue el momento más dulce que ha vivido arriba de una bicicleta y mantiene la ilusión de algún día participar en unos Juegos Olímpicos.
“En 2016 tuve una fractura de clavícula y toda mi campaña se echó a perder, en 2017 clasifico al Panamericano en la modalidad Eliminator, y desde que salí rumbo a Colombia iba con la mentalidad de ganar. Era mi primer año élite, con lo mejor del continente y dije: ‘voy por una medalla’, desayunaba, comía y cenaba pensando en la medalla, cuando gané plata, no paré de llorar, sabía que todo el esfuerzo valió la pena, esa competencia fue la que más me marcó.
“El Comité Olímpico tiene un límite de disciplinas por deporte, y para meter una nueva tienen que sacar otras, buscan disciplinas vistosas y una como la mía es muy visual, no sé cuáles son los estándares exactos, pero están en la lista de espera, y yo encantado de ir”.