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REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
En Tultitlán, la Navidad no solo dejó luces y villancicos: también dejó un grito de alerta. Un recién nacido, de apenas dos días de vida, fue encontrado dentro de un paquete colocado en la jardinera de una iglesia, descubierto por peregrinos que jamás imaginaron toparse con una escena así. No es un caso aislado. Es el tercer abandono de un bebé en este municipio en lo que va del año y, junto con otros tres en distintas regiones del Estado de México, conforman una estadística que lastima y preocupa.
Para las familias del municipio, el problema ya no puede seguir tratándose como una suma de tragedias individuales. Vecinos y colectivos sociales señalan que detrás de cada abandono hay historias de pobreza extrema, embarazos no acompañados, madres adolescentes sin apoyo, violencia familiar y un sistema institucional que llega tarde o simplemente no llega. “No basta con decir que rescataron al bebé. Queremos saber qué se hará para que no vuelva a pasar”, cuestiona Adriana, habitante de la zona.
Las voces ciudadanas exigen que el tema deje de reducirse a carpetas de investigación y discursos oficiales. Piden programas reales de atención psicológica, apoyo económico, orientación médica y redes de contención para mujeres en crisis. Aseguran que el abandono no es un acto frío, sino la expresión extrema de desesperación.
Mientras las autoridades prometen “investigar” y “reforzar acciones”, el miedo permanece en las colonias. Las familias temen que, sin políticas públicas sólidas, otra jardinera, una bolsa o un rincón de la calle vuelva a convertirse en el lugar donde alguien, rota por la angustia, deje la vida de un recién nacido a la suerte del destino.
