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Un operativo en la delegación de Santiago Miltepec, en Toluca, terminó en una confrontación violenta que familias denunciaron como un abuso de autoridad
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
Este fin de semana, lo que comenzó como un operativo más de la policía municipal de Toluca terminó convirtiéndose en una escena de violencia que dejó indignación, miedo y rabia en la comunidad de Santiago Miltepec.
La tarde del sábado, elementos de seguridad arribaron a la zona bajo el argumento de atender una situación de “seguridad pública”; sin embargo, de acuerdo con testimonios ciudadanos, el despliegue oficial derivó rápidamente en una confrontación directa contra la población.
Vecinos relatan que los agentes no solo actuaron con brusquedad, sino que utilizaron golpes, empujones, patadas e incluso tubos para someter a quienes se encontraban en el lugar. Entre los lesionados se reportan al menos dos mujeres, un menor de edad y varios adultos con contusiones visibles. Muchos de ellos, aseguran, evitaron acudir a instituciones públicas por desconfianza, optando por atenderse de manera particular ante el temor a represalias.
A la violencia física se sumaron denuncias por presuntas detenciones arbitrarias. Habitantes señalan que algunos vecinos fueron subidos a patrullas sin explicación clara ni presentación de alguna orden legal. Para la comunidad, esto no solo representa un atropello, sino una muestra del trato cotidiano que, aseguran, padecen por parte de la corporación municipal.
Organizaciones vecinales y representantes comunitarios recordaron que no es la primera vez que Toluca figura entre los municipios con más quejas ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México por presunto uso excesivo de la fuerza. Por ello, exigen una investigación firme y transparente que no quede solo en un pronunciamiento oficial.
Los habitantes demandan que la CODHEM documente cada caso y que la Fiscalía mexiquense inicie procesos penales contra los responsables. Señalan que la autoridad municipal debe responder con claridad, asumir responsabilidades y modificar sus protocolos de actuación. Mientras tanto, el sentimiento dominante es claro: la comunidad no solo quedó golpeada físicamente, sino también herida en su confianza hacia quienes deberían protegerla.
