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El comercio mundial, un arma de doble filo

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Por Ana María Vázquez

Escritora/Dramaturga

@Anamariavazquez

La nota fue primera plana de ayer y aunque era día de los inocentes, fecha en que algunos diarios suelen publicar notas humorísticas, sin embargo, esta era una nota seria: méxico, inesperado ganador con los aranceles de Trump. La nota recoge otra del Wall Street Journal en donde menciona a nuestro país rebasando a China en exportaciones hacia Estados Unidos en un intercambio de alrededor de 900 mdd.

Interesante para nuestro país pero por otro lado, profundiza la dependencia extrema de nuestro vecino que iniciara con el viejo Tratado de Libre Comercio, firmado en 1992 por Carlos Salinas de Gortari, si bien hubo ganancia en algunos rubros, parte de las funestas consecuencias fueron la destrucción del campo mexicano, deterioro de las condiciones laborales y salariales, agotamiento de recursos naturales por sobre explotación al tener que cambiar las leyes de protección existentes para beneficiar a empresas extranjeras.

Hasta ahora seguimos luchando por reactivar el campo con campañas de maíz y en contra de los alimentos transgénicos y el glifosato que entraron por la puerta grande y hasta con alfombra roja. La economía mexicana no creció, se estancó, nuestra soberanía se vio vulnerada y creó, desde entonces, un grillete del que hasta hoy no podemos liberarnos, estamos a merced de Estados Unidos y México no ha podido o no ha querido diversificar más sus acuerdos comerciales con otros países, dada la “exclusividad” implícita que se tiene; sus firmantes lo dicen todo: Jaime Serra Puche, Herminio Blanco, Francisco Gil Díaz, Arsenio Farell, Pedro Aspe, Zedillo y Reyes Heroles; ante las reacciones adversas del pueblo, Salinas de Gortari tuvo que contratar a una agencia para manejar la imagen y contrarrestar las voces discordantes. Krauze y Aguilar Camín, (casados con el priismo) defendieron el tratado con la bandera de la “modernización”.

Hoy, muchos años después de firmar nuestra sentencia como satélite norteamericano, tengo el mismo sentimiento de entonces, el riesgo en nuestra soberanía; tener los huevos en una sola canasta, tan voluble y poco predecible como lo es la de Estados Unidos no es bueno para la autonomía que requerimos, es un arma de doble filo y es vital encontrar nuevos mercados que equilibren la relación comercial con nuestro vecino del norte.

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