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Por Ana María Vázquez
Escritora/Dramaturga
@Anamariavazquez
Se ha hecho costumbre que desde hace varios sexenios, los presidentes en turno envían a políticos a puestos de representación internacional, como embajadas y consulados, como en el caso de el exfiscal Gertz Manero, premiado, (vaya usted a saber por qué) con una embajada que, dicho sea de paso, aún no está ni definida ni aceptada, se ha hablado de Alemania, pero también de Inglaterra. La carrera diplomática es eso, una carrera que requiere de mucho más que un cargo fallido, o la huida de una gubernatura cuyo estado quedó prácticamente en quiebra, como es el caso de Omar Fayad en Hidalgo; la carrera diplomática es una tarea de por lo menos 15 años de trabajo constante para poder ascender en la compleja jerarquía. Un diplomático es el representante de un país en el extranjero, cuya voz y peso debe reflejar los principios que rigen al gobierno.
Y le cuento todo esto porque tuve la oportunidad de ver el discurso de don Héctor Vasconcelos, nuestro representante permanente en la ONU que, como digna figura representativa de la postura de nuestro pueblo, se pronunció ante la inminente invasión norteamericana a Venezuela, abogó firmemente por una solución pacífica y negociada del conflicto; recordando la postura tradicional de nuestro país y por supuesto de la presidenta Sheinbaum sobre la no intervención y remarcó que ninguna diferencia entre Estados debe
resolverse mediante la amenaza o el uso de la fuerza.
La abierta y firme muestra de apoyo de nuestro gobierno en voz de Héctor Vasconcelos en un discurso perfecto, leído con firmeza, es la muestra de lo que esperamos de un diplomático.
Vasconcelos, hijo de otro gran mexicano, José Vasconcelos, secretario de Educación Pública y figura clave en el proceso educativo de México. Hoy, su hijo planta con voz firme ese orgullo que debe existir en cualquier funcionario y sobre todo de ese nivel, no es la única gran intervención, otra muy importante, fue en la que fijó la postura de nuestro país en el genocidio a Gaza.
Vasconcelos no llegó al puesto por casualidad, ni por premio, ni huyendo con una beca dorada, a su carrera política se le une la docencia, el periodismo, es también escritor, músico y politólogo que orgullosamente nos representa en el cargo desde el 1 de septiembre de 2018.
Un buen funcionario internacional es el reflejo del país.