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REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
La madrugada del 25 de diciembre no solo marcó el fin de la celebración, sino el inicio de la preocupación. En muchos hogares, el balance fue inmediato: no quedó dinero. “Ayer había comida y regalos; hoy ya no hay efectivo ni para el pasaje”, relata Patricia Hernández, madre de familia en Ecatepec.
Como ella, miles enfrentan un cierre de mes sin recursos, tras destinar lo poco que tenían a la Navidad. Los gastos se acumularon sin tregua. Cena, bebidas, juguetes, ropa nueva y compromisos familiares fueron cubiertos, en su mayoría, con ahorros inexistentes o tarjetas de crédito.
“El aguinaldo se fue en dos días. Pagamos lo básico para no quedarnos atrás con los niños y ahora estamos viendo qué cuentas se pueden retrasar”, admite José Luis, obrero de la zona industrial de Tlalnepantla.
La presión social jugó un papel determinante. Nadie quiso quedarse fuera de la celebración. “Uno se endeuda por no fallarles a los hijos. Ellos no tienen la culpa”, expresa María Elena, empleada doméstica, quien ya calcula cómo estirar el gasto durante enero. En su casa, la Navidad dejó recibos pendientes y una tarjeta saturada.
Mientras las tiendas reportan ventas históricas, en las colonias populares el panorama es distinto. “Hoy ya no compramos nada. Lo que sigue es aguantar”, resume Roberto, comerciante ambulante. La mayoría coincide en que el problema no fue celebrar, sino hacerlo sin respaldo económico real.
La denuncia se repite en cada testimonio: la Navidad terminó, pero la deuda apenas comienza. Para muchas familias, el año arranca sin dinero, con preocupación y con la certeza de que la alegría de una noche se paga con semanas de angustia.
