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FERNANDO ORTIZ
GRUPO CANTÓN
Ciudad de México.- El crecimiento de asentamientos humanos irregulares (AHI) en la Ciudad de México continúa generando impactos ambientales. La expansión desordenada de estos asentamientos ha consumido miles de hectáreas de suelo de conservación y zonas ecológicas, con consecuencias ambientales y de riesgo para la población.
Los asentamientos irregulares ubicados en barrancas y laderas alteran la permeabilidad del suelo y dificultan la infiltración natural del agua, lo cual afecta la recarga de acuíferos, fundamentales para abastecer buena parte del agua potable de la ciudad. La acumulación de residuos, escombros y desechos sólidos en estos asentamientos agrava la contaminación del suelo y de los cuerpos de agua, lo que limita, además, la capacidad de estos ecosistemas para cumplir funciones ecológicas esenciales.
Además, suelen ubicarse en zonas de alto riesgo geológico, como laderas inestables y áreas propensas a deslizamientos, inundaciones y hundimientos, lo que no solo genera un impacto ambiental, sino que también representa una amenaza directa para la vida y los bienes de sus habitantes.
Según datos de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema), la capital cuenta con cientos de asentamientos irregulares que ocupan más de 2 500 hectáreas de suelo de conservación, un área equivalente a tres veces el tamaño del Bosque de Chapultepec. Estas ocupaciones se encuentran principalmente en alcaldías como Tláhuac, Xochimilco y Cuajimalpa, donde la expansión urbana desordenada amenaza zonas de alto valor ambiental.