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Falsa austeridad de senadora Gutiérrez… La humildad que no se vive y es solo lema y letra muerta

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La legisladora morenista fue captada portando una chamarra de la marca italiana Moncler, valuada en más de 30 mil pesos, un lujo contrario a la política de la 4T

REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN

La escena no pasó inadvertida y encendió la ira en las calles. Mientras el discurso oficial insiste en la “austeridad republicana” como emblema de la vida pública, la imagen de la senadora Mariela Gutiérrez luciendo una chamarra de lujo —cuyo precio rebasa por mucho el ingreso mensual de miles de familias— cayó como una bofetada para quienes creyeron en una política distinta.

No fue solo una prenda: fue el retrato de una incongruencia que sangra credibilidad.

“Es una burla descarada a nosotros nos piden apretarnos el cinturón y ellos se pasean con ropa que vale lo que aquí ganamos en meses”, reclama Jorge Martínez, vecino de Tecámac, municipio que la legisladora gobernó.

En colonias populares, el malestar se traduce en enojo abierto: el lujo exhibido contrasta con carencias cotidianas y con un discurso que prometía poner fin a los excesos.

La polémica revive viejas heridas. No es la primera vez que la senadora enfrenta señalamientos por ostentación. A la chamarra se suma el antecedente de un reloj Hublot de alto costo, cuya presencia pública generó dudas sobre su inclusión en la declaración patrimonial. Para muchos, la suma de episodios dibuja un patrón claro: discurso austero hacia afuera, privilegio hacia adentro.

El impacto no es menor para el movimiento de izquierda. Militantes y simpatizantes advierten que estos actos minan la confianza y alimentan el desencanto. “Así empezó la vieja política: prometiendo igualdad mientras se servían con la cuchara grande”, señala una activista local. La incongruencia, dicen, no solo afecta a una figura, sino al proyecto entero que presume ser distinto.

El episodio también reaviva tensiones políticas en la región. En disputas pasadas por el control local, incluso se requirió la mediación de Claudia Sheinbaum, lo que para críticos evidenció fracturas internas. Hoy, la imagen de lujo vuelve a colocar a la senadora bajo el reflector, pero no por resultados legislativos, sino por un símbolo que sangra coherencia.

En la calle, la sentencia es lapidaria: la austeridad no se presume, se practica. Cada prenda de lujo, cada accesorio ostentoso, es visto como una herida abierta a los principios que se dicen defender. Y en política, cuando la congruencia se pierde, el costo lo paga el movimiento entero.

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