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Por Ricardo Sevilla
Hay cenas que resultan indigestas, y no por el menú, sino por el precio del peaje. Y eso lo sabe muy bien el polémico Ricardo Salinas Pliego.
Y es que, apenas ayer, quedó revelado que el dueño de Grupo Salinas desembolsó cien mil dólares por un asiento en una cena junto a Donald Trump.
Y que diéramos a conocer esa información le caló hondo al presidente de Grupo Salinas. Tanto que el tipo no se cansó de responder a fuerza de descalificaciones.
A Salinas Pliego le enardeció, entre otras cosas, que dijéramos que en los pasillos del poder estadounidense, el gesto (adulador) del propietario de TV Azteca no fue interpretado como un movimiento de ajedrez diplomático, sino como el desesperado tributo de un admirador burdo y periférico.
El dueño de Grupo Elektra reducido a un lastimoso fan aplaudidor.
Lamentablemente, esa es la verdad. Y la verdad, como dicen, incomoda.
Lo cierto es que el usurero no llegó a Florida como un aliado estratégico; llegó como un cliente del mercado secundario de influencias, pagando por una cercanía que el protocolo orgánico le niega.
Infelizmente para él, no fue el único golpe que recibió el usurero.
El viernes negro que ayer padeció Salinas Pliego le tenía preparada otra sorpresa mayor en suelo patrio.
Y es que ayer mismo, el SAT confirmó que, para enero de 2026, Salinas Pliego deberá liquidar el adeudo fiscal que asciende a 51 mil millones de pesos.
Bueno, le harán una rebaja de 20 mmdp. El Servicio de Administración Tributaria sostiene que deberá pagar, al final, 31 mil millones de pesos.
La justicia fiscal ha puesto un reloj en la mesa y la cuenta regresiva termina en enero de 2026. ¡Tendrá que pagar!
Al final, hasta el más engreído de los imperios debe aprender a conjugar el verbo pagar.
