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Por Pedro Linares Manuel
Apreciable lector, desde la mirada de la gnosis, el invierno no es solo una estación climática, sino un estado sagrado del alma. Mientras la naturaleza reduce su movimiento externo, la vida interior invita al ser humano a detenerse, observar y regresar a sí mismo.
El invierno simboliza el tiempo del recogimiento consciente, del silencio fecundo donde germina la verdadera transformación.
Las antiguas tradiciones iniciáticas comprendieron que no todo crecimiento es visible. Así como la semilla permanece oculta bajo la tierra antes de brotar, el alma necesita períodos de quietud para reorganizarse, sanar y fortalecerse. El invierno nos recuerda que el retiro no es estancamiento, sino preparación interior.
MENTE EN SILENCIO
En la gnosis, este tiempo favorece la introspección profunda. La mente, menos estimulada por el ruido exterior, puede volverse hacia adentro y observar los movimientos del ego, las emociones no resueltas y los pensamientos repetitivos. No para juzgarlos, sino para comprenderlos. Comprender es iluminar, y toda iluminación comienza en el silencio.
El recogimiento del alma implica aprender a estar con uno mismo sin evasión. En invierno, la vida nos invita a reducir la dispersión, a simplificar hábitos y a escuchar la voz interior que suele quedar ahogada en la actividad constante. Es el momento propicio para la meditación, la oración consciente y la autoobservación gnóstica.
VACÍO TRAE LUZ
Este ciclo también enseña humildad. Así como la naturaleza se desnuda y aparenta muerte, el ser humano es llamado a despojarse de máscaras, expectativas y orgullos innecesarios. Solo quien acepta el vacío interior puede ser llenado de nueva luz. Desde la gnosis, el invierno prepara el nacimiento de algo nuevo. Quien aprovecha este tiempo para recogerse, reflexionar y transformar, llegará a la siguiente etapa de la vida con mayor claridad, fuerza interior y conciencia despierta.
El invierno no es ausencia de vida: es vida en gestación. Y el alma que sabe recogerse en el silencio, aprende a renacer con sabiduría.
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