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- Exige al organismo evitar que las armas desplacen a la diplomacia
- Responde a Washington sobre drones usados por los criminales
- Desestima Sheinbaum que exista una amenaza transfronteriza
Juan R. Hernández
Ciudad de México.- “No a la intervención”. La frase cayó con peso específico en el Salón Tesorería, antes de que las gráficas, los informes de seguridad o las preguntas técnicas tomaran el micrófono. Claudia Sheinbaum abrió la mañanera con un mensaje que cruzó fronteras y recordó viejas doctrinas: México, dijo, no avala invasiones ni injerencias, menos cuando el ruido de guerra vuelve a sonar en América Latina.
La advertencia del presidente estadounidense Donald Trump —al calificar al gobierno de Nicolás Maduro como “organización terrorista extranjera”— tensó el ambiente regional, y desde Palacio Nacional la presidenta mexicana levantó la voz. “No se le ha visto a Naciones Unidas”, lanzó, mirando más allá del atril, como si interpelara al tablero internacional. El llamado fue directo: que la ONU asuma su papel antes de que la diplomacia sea desplazada por las armas.
Sheinbaum insistió en que la posición mexicana no depende de simpatías ni rechazos ideológicos. Va más allá del régimen venezolano, subrayó, y se ancla en la Constitución: autodeterminación de los pueblos, no intervención y solución pacífica de controversias. “Debe ser la posición de cualquier presidente de México”, remarcó, con un tono que mezcló convicción y advertencia.
El mensaje no cerró puertas. Ante la posibilidad de un frente regional, la presidenta dejó abierta la vía para dialogar con mandatarios como Gustavo Petro o Luiz Inácio Lula da Silva. La política exterior, sugirió, también se construye con puentes.
El clima cambió cuando la conversación giró hacia la seguridad bilateral con Estados Unidos. En la mesa apareció un tema que despertó inquietud en Washington: el posible uso de drones por parte del crimen organizado. Sheinbaum aclaró que el interés vino del lado estadounidense y que, según el Gabinete de Seguridad, los casos han sido aislados, uno o dos en el último año, sin registros recientes ni presencia en zonas fronterizas.
Recordó un ataque contra elementos de la Sedena, conocido públicamente, pero descartó cualquier amenaza transfronteriza. Tampoco —enfatizó— existe una conexión permanente de plataformas de inteligencia ni sistemas extranjeros operando en territorio nacional. Hay intercambio de información, sí, pero bajo solicitudes específicas y protocolos claros, como ha ocurrido en otros gobiernos.
La presidenta cerró ese capítulo con una idea recurrente en su discurso: soberanía. Incluso al hablar de drones, armas impresas en 3D o nuevas tecnologías, volvió al mismo punto de partida. México coopera, dialoga y actualiza sus leyes, pero no cede el control. Ni en casa, ni fuera de ella.