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Por Ricardo Sevilla
Los políticos de oposición han recurrido a instancias internacionales en Estados Unidos (especialmente en Washington D.C.) desde hace décadas.
Integrantes del PRI y del PAN con ánimo injerencista, han ido a acusar a México con Estados Unidos. La política exterior que practica el PRIAN ha dejado de ser una herramienta de visibilidad para convertirse en una estructura de presión sistemática.
¿A qué me refiero? Le explico:
A que en los últimos años, Washington D.C. se ha transformado en un ente tutelar al que el PAN y el PRI –sin sentir ningún tipo de vergüenza– recurren con la regularidad de quien visita a un padre o tutor para que les brinde consejo y apapacho.
Infelizmente, lo políticos de derecha que van y exigen (casi de rodillas) que Estados Unidos intervenga en la política mexicana son numerosos.
¿Se acuerda el show que dio Santiago Taboada denunciando persecuciones y culminó con delegaciones denunciando “planes dictatoriales”.
Lo mismo han hecho, en su momento, personajes como Mariana Gómez del Campo o Roberto Gil Zuarth.
Y el mismo numerito también lo ha protagonizado Alito Moreno, quien ha salido corriendo a denunciar “persecución política” ante el imperio gringo.
Lamentablemente para estos deleznables personajes, que no se inmutan a la hora de pedir que EU intervenga en nuestro país, la historia tiene una dura enseñanza para ellos: y es que la soberanía no es un recurso que se defiende en una ventanilla burocrática en Estados Unidos; es un músculo que se fortalece en la arena pública local.
Ir a “acusar” al gobierno mexicano ante potencias externas los coloca como lo que son: unos traidores a la patria.
Estos políticos conservadores parecen olvidar que la verdadera legitimidad democrática solo se construye convenciendo a quienes caminan las calles de México, no yendo a llorar a las puertas de Washington.