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Por Salvador Guerrero Chiprés
¿Estamos listos para celebrar sin convertir la convivencia en riesgo?
Las posadas son, además de motivo de encuentro y cohesión comunitaria, una temporada de prueba cívica. Bajo el brillo de luces y villancicos, el consumo de bebidas alcohólicas aparece como el factor de tensión.
La Organización Mundial de la Salud advierte que 2.6 millones de muertes al año están asociadas al alcohol.
En una ciudad densa y móvil, el dato eventualmente se traduce en accidentes y emergencias, prevenibles desde el interés cívico por atender recomendaciones básicas como no combinar bebida con el manejo de autos, ceder las llaves a un conductor designado o utilizar taxi.
Desde lo institucional hay preparación probada en el programa Conduce Sin Alcohol, que desde 2003 ha contribuido a disminuir hasta en 78 por ciento las muertes asociadas con accidentes viales provocados por conductores ebrios. La autoridad no busca castigar la fiesta, sino hacerla compatible con la vida.
Este enfoque conecta con el mensaje político de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, al presentar las actividades navideñas de la ciudad. Con “Luces de Invierno”, el gobierno capitalino apuesta por descentralizar la oferta cultural, llevarla tanto al centro como a la periferia y romper la lógica del esparcimiento privilegiado para unos cuantos.
En el lanzamiento de ese programa para este diciembre la secretaria ejecutiva del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la CDMX, la doctora Clara Luz Álvarez, estuvo presente como parte de una extraordinaria labor desempeñada durante catorce meses y la cual concluye porque regresará a cumplir compromisos de tiempo completo en investigación. La distinguida académica e integrante SNI de la Universidad Panamericana, permanecerá como una consejera comprometida con las expectativas de esta gigantesca ciudad.
