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La estructura, saturada por el paso constante de transporte pesado y dañada previamente por el accidente de una pipa, terminó cediendo este lunes
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
La mañana del lunes, un tramo del puente provisional que comunica a los municipios de Tultitlán y Tultepec se vino abajo tras soportar, durante meses, el paso continuo de unidades de carga pesada. El estruendo sacudió la madrugada y dejó una escena de concreto vencido, varillas expuestas y vecinos atrapados entre la urgencia y el abandono. El colapso no llegó de sorpresa, pero sí con violencia.
La estructura fue habilitada como vía alterna ante las obras del Tren Suburbano, pero nunca estuvo diseñada para resistir el tránsito de tráileres, pipas y camiones de alto tonelaje.
“Desde hace semanas se escuchaban tronidos, como si se fuera a partir”, relata Rosa Hernández, vecina de la zona. “Avisamos, tomamos fotos, pedimos que revisaran, pero nadie hizo caso. Hoy amanecimos sin puente”, sostuvo.
El fin de semana, una pipa de agua potable sufrió un percance sobre el mismo paso vehicular, lo que agravó las grietas ya visibles. Aun así, el flujo de unidades no se detuvo
“Solo retiraron la pipa y dejaron que siguieran pasando los camiones”, denuncia Luis Martínez, trabajador de la zona industrial de Cartagena. “Esto no es un accidente, es negligencia”.
El cierre obligó a cientos de personas a descender del transporte público y continuar a pie entre lodo, restos de concreto y corrientes de aguas negras, ya que el puente también funcionaba como colector.
“Tengo que cruzar por aquí todos los días para llegar a la fábrica”, lamenta Ignacio, obrero del turno matutino. “Ahora camino con miedo de que todo se termine de caer”.
Hasta el mediodía, autoridades municipales y estatales se limitaron a acordonar el área y desviar la circulación, sin ofrecer explicaciones claras ni plazos de solución. El tráfico colapsó en vialidades alternas y la molestia creció entre automovilistas y peatones.
Para los vecinos, el puente roto es más que una falla estructural: es la prueba de que las obras monumentales avanzan mientras la infraestructura básica se desploma. “Presumen trenes y aeropuertos”, dice una habitante, “pero a nosotros nos dejan cruzando ruinas”. La denuncia queda expuesta entre los escombros: el desarrollo, mal planeado, también puede caer.
