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Por Salvador Guerrero Chiprés
POLÍTICA DE MERCADO
Ni postal asistencialista ni ritual de política social. Las personas en la Magdalena Mixhuca beneficiarias de la entrega de vales Mercomuna reafirman una tesis económica institucional: el combate a la pobreza puede diseñarse como política de mercado.
Nacida en 2020 en Iztapalapa, entonces gobernada por la ahora Jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, como respuesta a la parálisis del comercio popular generada por la pandemia, esta estrategia muestra cómo una política pública puede mutar a arquitectura económica permanente.
Inspirado en las teorías de economía local de Karl Polanyi y la noción de “embeddedness” —la economía incrustada en la vida social, no separada de ella —, el programa acrónimo de Mercado, Comunidad, Alimentación y Abasto ubicó el problema no solo en la falta de ingreso, sino la ruptura del circuito económico barrial.
Al restringir el gasto de vales a comercios locales, el dinero se queda en la carnicería, mercado, miscelánea, y opera como política de economía circular, donde cada peso público tiene un efecto multiplicador territorial.
Ahora, Mercomuna ya no es experimento local. Beneficia a 335 mil familias de toda la capital y, como lo mencionó la Brugada, en el 2026 se proyecta duplicar su cobertura. La institucionalización financiera, con apoyos de 2 mil pesos por familia y presupuesto etiquetado, aporta certidumbre alimentaria en un contexto donde, según el INEGI, una de cada cinco familias enfrenta dificultades para contar con alimentación suficiente.
Hay, además, una dimensión de género imposible de ignorar. El 85 por ciento de las beneficiarias son mujeres. Al poner el recurso en manos de quienes históricamente gestionan el cuidado y la alimentación, el programa fortalece el empoderamiento económico femenino en colonias populares.
La entrega de vales este domingo en la Magdalena Mixhuca simboliza el ayer y hoy de Mercomuna.