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El asesinato a plena luz del día de Miguel Barbosa, en el barrio La Conchita, volvió a exhibir la crisis de seguridad que enfrenta el ayuntamiento sin ninguna estrategia efectiva
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
Este fin de semana el asesinato del empresario Miguel Barbosa estremeció las calles del municipio de Chalco y dejó al descubierto una realidad que los vecinos describen como insoportable; hoy en redes crece el mensaje #JusticiaparaMiguelBarbosa.
El empresario fue atacado a tiros en plena calle, cuando sujetos armados intentaron interceptarlo. La escena ocurrió a plena luz del día, sin presencia policial preventiva ni respuesta inmediata de los servicios de emergencia, una constante que los habitantes ya reconocen como parte del paisaje urbano.
De acuerdo con testimonios, el ataque fue directo y fulminante. Barbosa intentó huir tras las detonaciones, pero cayó herido metros adelante, mientras comerciantes y peatones buscaban refugio. Su muerte se consumó ante la mirada de una comunidad paralizada por el miedo y la certeza de que la violencia puede irrumpir en cualquier momento.
La indignación creció al recordarse que el mismo punto fue escenario, días antes, de un presunto homicidio cometido por policías municipales contra un joven. Para las familias, la coincidencia no es casualidad, sino síntoma de una estrategia de seguridad fallida que no distingue entre delincuentes y ciudadanos encabezada por la edil Abigail Sánchez.
“Aquí ya no sabemos de quién cuidarnos”, relatan vecinos que acusan hostigamiento, revisiones arbitrarias y una sensación permanente de amenaza.
Las voces de madres y padres se alzan desde el dolor. Denuncian que la criminalización avanza sin freno y que cualquier persona puede convertirse en objetivo, ya sea de grupos delictivos o de autoridades rebasadas. Comercios cierran temprano, calles quedan desiertas y la vida comunitaria se repliega ante el temor.
El caso golpea de lleno a la administración municipal. La estrategia de seguridad anunciada por el gobierno local no ha logrado frenar los delitos de alto impacto ni recuperar la confianza ciudadana. No hay detenidos, los móviles siguen sin esclarecerse y la respuesta oficial se percibe lenta y distante.
Miguel Barbosa era un empresario reconocido, impulsor de proyectos productivos en la región. Su asesinato simboliza algo más que una pérdida individual: representa el quiebre de la seguridad mínima que exige la población. Para las familias de Chalco, la exigencia es clara. Reclaman justicia, el fin de los abusos y una revisión profunda de una política de seguridad que, hasta ahora, solo ha dejado miedo y luto.