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Locales con décadas de historia han sido desplazados por franquicias y giros turísticos, continuará la pérdida de la identidad barrial sino hay una regulación
Ana E. Rosete
El aumento acelerado de las rentas comerciales en la Ciudad de México ha provocado el cierre de negocios históricos, principalmente en zonas céntricas donde la gentrificación y la especulación inmobiliaria han elevado los costos de arrendamiento a niveles inalcanzables para comercios tradicionales.
En el Centro Histórico, establecimientos emblemáticos como el Salón Corona, fundado en 1928, cerraron varias sucursales en los últimos años ante el encarecimiento de la renta. Otro caso es El Pialadero de Guadalajara, restaurante abierto en 1936, que dejó de operar en 2018 tras el aumento de costos luego de obras de remodelación urbana.
A estos cierres se suman la sede original de la Casa de las Sirenas, que concluyó una etapa en 2020, y el icónico Rockotitlán, fundado en 1985 en Coyoacán, que cerró en 2019. El aumento de renta y cambio de vocación de la zona obligaron a la salida definitiva del recinto, cuyo inmueble cambió de giro comercial.

En San Cosme, La Riviera, con más de 110 años de historia, bajó la cortina en 2020, incapaz de sostener el alza en la renta.
La gentrificación también alcanzó a los espacios culturales. El Centro Cultural Alicia, fundado en 1995, cerró su sede original en la Roma Norte en 2020, desplazado por el encarecimiento del suelo comercial. El proyecto sobrevivió mudándose, pero perdió el espacio que lo identificó durante más de dos décadas.
En alcaldías como Cuauhtémoc, Benito Juárez y Miguel Hidalgo, las rentas comerciales han registrado incrementos de entre 30 y 100 por ciento en menos de cinco años, con locales que superan los 80 mil y hasta 120 mil pesos mensuales.
Para el urbanista Enrique Ortiz, especialista en vivienda y ciudad, el fenómeno responde a un modelo que privilegia la rentabilidad sobre la vida comunitaria.
“Cuando el suelo se trata solo como negocio, los comercios locales quedan fuera; no pueden competir contra cadenas y franquicias que sí pueden pagar esas rentas”, señaló.
En su lugar, refirió, los locales históricos son sustituidos por cafés boutique, franquicias y giros turísticos, mientras la ciudad pierde comercios que daban identidad a los barrios. Ortiz advirtió que sin regulación, el cierre de negocios tradicionales seguirá acelerándose, transformando el paisaje urbano y expulsando a quienes ya no pueden pagar el precio de permanecer.
