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La clausura definitiva de las tradicionales regaderas de la capital desató molestia, pero también alivio entre quienes los consideraban punto rojo por la comisión de delitos
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
El centro de Toluca amaneció con una ausencia que pesa, pero que también genera alivio. Tras décadas de funcionamiento, los Baños Elba, en la calle de Independencia, quedaron oficialmente clausurados, sepultados bajo sellos administrativos que para los vecinos representan no solo el cierre de un negocio, sino la desaparición de un espacio profundamente arraigado en la vida cotidiana del barrio.
La intervención, encabezada por autoridades municipales y estatales, se ejecutó sin previo aviso público y con argumentos técnicos que parte de la comunidad considera insuficientes y tardíos.
De acuerdo con versiones oficiales, la clausura responde a irregularidades en materia de seguridad que colocaban al inmueble en un rango de riesgo. Sin embargo, para quienes habitan la zona, la explicación no resulta suficiente. “Si había problemas, ¿por qué nunca vinieron a revisarlos a tiempo? Dejaron que el lugar se deteriorara y ahora solo vienen a cerrar”, reclama Ernesto Salgado, vecino desde hace más de treinta años.
El operativo se realizó por la tarde, cuando personal de Protección Civil y áreas de gobierno colocaron sellos en accesos y fachadas. No hubo reunión informativa ni comunicado detallado dirigido a los usuarios frecuentes.
“Aquí venía gente mayor, trabajadores, personas que no pueden pagar spas caros. Era un servicio popular. Hoy lo quitan y no ofrecen nada a cambio”, lamenta Rosa Martínez, comerciante cercana, quien considera que el cierre evidencia una desconexión total entre gobierno y ciudadanía.
La molestia crece al recordar que el inmueble llevaba tiempo con deficiencias visibles, no solo en materia de limpieza sanitaria, sino también por la presunta comisión de hechos delictivos, además de la aparición frecuente de “decesos inesperados” entre sus usuarios, particularmente varones de la tercera edad.
La incertidumbre sobre el futuro del predio alimenta el enojo, pues no existe información oficial sobre una posible reapertura, reconversión o abandono definitivo.
