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12 de diciembre: mañanera ausente, Vaticano presente; Invita Sheinbaum al Papa León XIV a México

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  • Presidenta mexicana enlaza devoción guadalupana con diplomacia papal
  • La Virgen de Guadalupe es un símbolo de identidad y paz nacional
  • Sumo Pontífice envió “bendiciones y saludos” a los mexicanos

JUAN R. HERNÁNDEZ
GRUPO CANTÓN

Ciudad de México.- Este viernes, Palacio Nacional amaneció inusualmente silencioso. No hubo Conferencia del Pueblo, no hubo el habitual ir y venir de reporteros, cámaras y funcionarios. Pero mientras el Salón Tesorería permanecía en penumbra, la presidenta Claudia Sheinbaum mantenía encendidas otras luces: las de sus redes sociales y las de una línea telefónica que cruzó el Atlántico.

A media mañana, en su cuenta de X, la mandataria rompió el silencio nacional con un mensaje inesperado en plena celebración guadalupana. “En esta fecha tan especial para el pueblo de México, conversé por llamada telefónica con su santidad el papa León XIV para invitarlo a visitar nuestro país…”.

El post se viralizó de inmediato, entre felicitaciones, fervor y comentarios curiosos por la coincidencia simbólica: la Presidenta anunciando una invitación papal justo en el día de la Virgen de Guadalupe.

Poco después, desde su equipo confirmaron que la conversación no fue un mero gesto protocolario. El Papa envió “bendiciones y saludos” a México, y ambos coincidieron en un punto que resonó tanto en creyentes como en no creyentes: más allá de la religión y de la laicidad del Estado, la Virgen de Guadalupe es un símbolo de identidad y paz nacional.

La escena, según testigos, ocurrió en un despacho discreto de Palacio. La Presidenta estuvo acompañada por la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, y por el subsecretario para América del Norte y encargado del despacho en Relaciones Exteriores, Roberto Velasco Álvarez. Con ellos a su lado, la llamada con Roma fluyó cálida, cortés y cargada de significados políticos.

No era la primera señal. El 18 de mayo de 2025, durante la ceremonia de inicio del pontificado de León XIV, fue Rosa Icela quien entregó personalmente la carta de invitación de México. Hoy, esa invitación parece tomar nuevo impulso.

Sin mañanera, sin reflectores y sin discursos, la jornada guadalupana dejó una imagen distinta: una Presidenta en comunicación directa con el Vaticano, moviendo hilos diplomáticos entre la devoción popular y el pulso político de un país que, incluso en silencio, nunca deja de contar historias.

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