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Peregrinos hallan dos muertitos: Dejan cadáveres envueltos en cobijas y plásticos entre Tecámac y Tizayuca

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El jueves la peregrinación que avanzaba rumbo a la Basílica de Guadalupe descubrió los cuerpos violentados en distintos puntos de la México-Pachuca

REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN

El trayecto devoto hacia la Basílica se transformó en una escena propia del crimen de alto impacto. Una caravana de peregrinos hidalguenses que caminaba de madrugada por la autopista México-Pachuca fue la primera en notar un bulto extraño sobre el acotamiento, cerca del kilómetro 45 a la altura de la Central de Abasto de Tecámac.

Creyeron que se trataba de basura arrojada por automovilistas, pero al acercarse la silueta humana se hizo evidente: era un encobijado, abandonado en plena vía.

La alerta corrió como pólvora. En minutos llegaron patrullas de la Policía Estatal, unidades de la Guardia Nacional y cuerpos municipales, que cercaron el área con cinta amarilla para preservar la escena. Los peritos mexiquenses comenzaron el levantamiento de indicios, pero la calma no duró.

Apenas iniciaban su labor cuando otro reporte estremeció la frecuencia: a dos kilómetros, rumbo a Huitzila, Tizayuca, automovilistas detectaron un segundo cadáver con el mismo sello. El doble hallazgo confirmó que la madrugada se había teñido de violencia en serie.

Un peregrino que presenció el primer descubrimiento narró el impacto: “Pensamos que era un montón de trapos, pero al fijarnos bien vimos un brazo. Venimos con la Virgen en mente y terminamos viendo muerte. Te sacude, no lo esperas”.

Vecinos de Tecámac y Huitzila se dijeron hartos del clima de inseguridad que domina la autopista. “Cada semana aparece alguien. Para nosotros ya es rutina ver patrullas y forenses recogiendo cuerpos. Da terror manejar de noche”, lamentó un residente de Ojo de Agua.

Las maniobras periciales provocaron un cuello de botella monumental. Cientos de peregrinos, tráileres y automóviles avanzaban a vuelta de rueda mientras los especialistas marcaban huellas, revisaban cobijas y analizaban la forma en que los cuerpos fueron abandonados. La coordinación entre autoridades mexiquenses e hidalguenses se volvió obligada, pues los cadáveres aparecieron prácticamente en el límite entre ambas entidades.

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