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La juventud mexicana, como se demostró el pasado 6 de diciembre, no se ha inclinado por la derecha
Redacción
Ciudad de México.- La tarde del 6 de diciembre se convirtió en una demostración masiva de apoyo al gobierno de Claudia Sheinbaum. Más de medio millón de personas tomaron Paseo de la Reforma y el Zócalo en una movilización que desmintió la percepción de que la generación Z se estaba inclinando hacia la oposición.
Las imágenes aéreas de la marcha circularon por todo el país y modificaron el clima político inmediato: la juventud no estaba cambiando de bando, sino reclamando autenticidad en quienes hablan en su nombre.
El ambiente del mitin por los siete años de la 4T destacó por su estética juvenil: glitter rojo, carteles hechos a mano y consignas como “El futuro vota”. Fue una mezcla de fiesta, enojo ante la manipulación digital y respaldo a un gobierno que muchos jóvenes consideran cercano.
A diferencia de los millennials, más marcados por la polarización, la generación Z se mueve con soltura entre la contradicción: pueden marchar, hacer memes y discutir reformas constitucionales como si fueran historias de anime.
Los datos de aceptación muestran que Sheinbaum y Jorge Álvarez Máynez son las figuras con mejor imagen entre los menores de 28 años. También destacan perfiles ligados a eficacia o seguridad, como Laura Itzel Castillo, Omar García Harfuch y los mandos de Defensa y Marina. Marcelo Ebrard conserva una aprobación estable y Luisa María Alcalde ha ganado presencia entre jóvenes trabajadores, impulsada por su estilo directo y su fuerte conversación digital, donde es la tercera figura más mencionada después de Sheinbaum y Lilly Téllez.
Se considera que la generación Z ha armado su propio mapa político, inclinado hacia quienes consideran útiles para su futuro. En el centro aparecen personajes a quienes ven con tolerancia, como Kenia López Rabadán o Ricardo Monreal. En cambio, opositores como Xóchitl Gálvez, Marko Cortés, Alejandro Moreno y Lilly Téllez ocupan el espacio de mayor rechazo juvenil, un territorio donde la indiferencia se transforma en desaprobación abierta.
